Alguien que no fuese Serena.
—El destino me mandó a la mierda y creo que se está riendo en mi cara. ¿Por qué tenía que dar con alguien como tú, Serena? Tan... buena y preciosa, tan poco yo.
Dejó su hombro y se acostó completamente, acomodando su cabeza sobre sus piernas, mientras este reía y seguía pasándole la mano sobre la cabeza, suspirando un sollozo inconcluso.
—Te amo, Danny, te amo demasiado. Demasiado.
Sus manos siguieron su camino hasta alcanzar su rostro y sus blandos labios descendieron hasta estar muy cerca de su frente, rozándola con su aliento cálido y dulce.
— Y no vuelvas a llorar más por eso, Daniel, porque me hiere mucho. Eso está en el pasado, quedó atrás y no vale la pena que llores por eso, no merece tus lágrimas. Recuerda que te amo y que no estás solo. Yo no soy la única aquí contigo, sino que están muchos más que te aman como tu familia, tus amigos.
Daniel se giró sobre sus piernas y su rostro sudoroso quedó muy cerca al suyo; sus ojos enrojecidos mirándola, su