—Brindemos porque puedo escuchar tu voz amándome y no es un sueño. Pero más que todo, brindemos porque aunque sea un problema andante y no te merezca, he conseguido tu amor. Y tu amor es una pieza que no voy a soltar nunca. Nunca,
Serena rió entre suspiros liberados, viéndolo guiñarle el ojo.
—¡Salud! —soltó con el ánimo saturando su voz, mientras elevaba su copa y la acercaba a la suya, escuchando el sonido quebradizo de sus copas al chocar.
—¡Salud!
Se rieron y aproximaron el vino hacia sus labios, acompañados del pausado sonido de la música. Serena bebió el primer trago con calma e hizo una mueca graciosa al sentir el sabor amargo de la bebida, al tiempo que el otro se carcajeaba y bebía un largo trago, recostándose en la parte inferior del sofá sin dejar de contemplarla y admirarla.
—Recuerdo que cuando te conocí, tú ignorabas mis técnicas de seducción.
—No lo hacía — Serena tomó otro breve trago y negó con la cabeza, riendo de nuevo —Solo no te entendía mucho.
Daniel bebió un poc