-No me da la gana -gritó ella también, intentando pasarle por un lado para tomar las llaves
del auto.
-Tilza era...
-¡Que te calles! -exclamó furiosa, girándose hacía él -No la nombres,¡no la nombres! - Le tapó la boca con los dedos, mirándolo a los ojos con rabia -¿Acaso no entiendes la profunda rabia, el asco, los malditos celos que me produce oírte decir su nombre? Cállate, no quiero oír nada de lo que paso entre ustedes. No quiero. -Reiteró a punto de llorar de la rabia. La desdicha la obnubilaba.
Santiago se quitó los dedos de la boca y la atrajo contra sí.
-Pues bien, no hablemos una puta mierda -dijo besándola.
-Suéltame -murmuró Christina, apretando los dientes, sin poder separar su boca de la suya.
Él la sostuvo en un apretado abrazo que no le dejó escapatoria -Suéltame, Santiago. -Logró girar un poco el rostro para hablar bien -Suéltame o no respondo -agregó exaltada al sentirse dominada.
Él, por supuesto, no le hizo caso, la apretó más contra su cuerpo. Planeaba besarla ha