Los días siguientes fueron un torbellino de reuniones con abogados y fiscales. Alejandro, desde prisión, dirigía la estrategia legal. La información del USB era sólida e irrefutable, y los arrestos de los líderes de Volkov se multiplicaban. La red se estaba desmoronando.
Pero la batalla legal de Alejandro era difícil. Lo acusaban de lavado de dinero, fraude y asociación ilícita. Aunque su video y las pruebas lo mostraban como un colaborador, su pasado y las conexiones familiares eran un problema.
Trina asistió a las reuniones, aportando su conocimiento de los documentos y su visión de la dualidad de Alejandro. Habló con pasión, defendiendo su nombre y explicando su plan para desmantelar la red. Los abogados la escucharon atentamente, impresionados por su determinación.
Una tarde, Tri