Dos días después, Pamela volvió al centro de danza. La noticia de su “suspensión indefinida” ya corría como un rumor venenoso por los pasillos. Nadie la miraba directamente, pero todos hablaban apenas ella pasaba.
Entró al estudio vacío donde tantas veces había entrenado. El espejo reflejaba una mujer distinta: más fuerte, más rota, más decidida.
Su teléfono vibró.
Un mensaje sin número.
"Hay una puerta en el sótano del teatro viejo. Si quieres saber qué pasó con Lina, entra por ahí."
Pamela sintió que el mundo se detenía.
El teatro viejo. Donde Lina había bailado por última vez.
No lo pensó demasiado. Llevaba semanas esperando una pista, y por más arriesgado que fuera, necesitaba respuestas.
Horas más tarde, Cristhian entraba en su penthouse buscando a Pamela… y no la encontraba. Su bolso, su teléfono… estaban ahí.
Pero ella no.
Su rostro palideció.
Marcó un número.
—Activen el rastreador. Ya.
Pamela caminó entre los corredores olvidados del teatro viejo. El aire olía a humedad, a ma