El amanecer en la ciudad parecía traer un aire fresco, pero en el corazón de Pamela, ese día nacía cargado de tormenta. Había pasado apenas unas semanas desde la boda truncada en el jardín privado de Étoile, donde Lina había irrumpido como sombra para arruinar lo que debía ser el día más luminoso de sus vidas. Aunque la herida de Pamela había comenzado a sanar, tanto física como emocionalmente, la sensación de que la amenaza estaba lejos de desaparecer la mantenía alerta.
Cristhian había redoblado la seguridad en la casa, Santiago se mantenía siempre alerta, y Axel vigilaba cada movimiento desde el mundo digital. Sin embargo, Pamela no pudo ignorar el presentimiento que le estremeció el alma cuando, esa mañana, escuchó a dos empleados hablar entre susurros sobre un rumor inquietante: Lina y Luciana estaban planeando secuestrar a Abigail.
Su primera reacción fue de incredulidad. ¿Cómo podían atreverse a tocar lo más sagrado, a una niña inocente que ya había sufrido demasiado? Pero pron