El impacto de aquella petición fue tan intenso que Stella sintió que el corazón se le salió del pecho. Sintió la boca seca. Podía ser que estaba llena de nervios, pero no podía ignorar el deseo de recibir por primera vez su primer beso de amor, y no por cualquier hombre sino por Cyrus Leroux, y la expectación que crecía en su interior.
Se humedeció los labios y de repente él le pasó el pulgar por el borde del labio inferior.
—¿Puedo, Stella? —volvió a preguntar al no recibir respuesta y Stella hizo lo que pudo para respirar, a pesar de la aprensión que le producía la idea de que un hombre iba a besarla y de que su maldito trauma seguía allí, flotando bajo la superficie.
Tembló por un segundo, pero decidió aplastar aquel trauma hasta lo más profundo de su ser y vivir... Vivir y hacer lo que tanto quería hacer. Y lo que quería hacer era sentir los labios de Cyrus sobre los suyos.
—Bésame —musitó. Fue tan bajito, que Cyrus casi no la escuchó.
—¿Qué has dicho?
—He... he dicho que me