La noche seguía siendo tranquila cuando Cyrus y Stella regresaron al departamento después de la cita que habían tenido. Las luces suaves del pasillo los envolvían en un silencio que parecía contener mil pensamientos no dichos. Él abrió la puerta y le cedió el paso con una sonrisa leve, pero notó cómo ella mantenía las manos unidas frente a sí, moviéndolas con nerviosismo.
Había permanecido en silencio durante todo el trayecto de vuelta y él sabía el motivo detrás. Sabía que lo que venía no iba a ser fácil para ella... solamente esperaba poder ser la fortaleza que ella necesitaba para que no se rompiera.
—¿La pasaste bien? —le preguntó con voz suave, buscando su mirada y tratando de romper la tensión en ella.
Stella asintió apenas, y aunque sonrió, esa sonrisa tenía un dejo de tristeza.
—Sí, fue una noche maravillosa, Cyrus. Pero… —suspiró— tengo miedo.
Él frunció el ceño, cerrando la puerta detrás de ellos.
—¿Miedo? ¿De qué?
—De lo que voy a contarte —respondió, con la voz temb