El lunes por la mañana, la empresa estaba más ruidosa de lo normal: teléfonos sonando, pasos acelerados, teclados repiqueteando en un caos sincronizado que anunciaba una semana pesada. Sin embargo, para Stella y Cyrus, el día tenía un brillo distinto, una burbuja silenciosa que parecía envolverlos cada vez que sus miradas se encontraban.
Stella entró al edificio con un paso firme que marcaba su recién recuperada seguridad, con ropa un poco menos anticuada, aunque siempre conservadora y un peinado sutilmente más cuidado. No era la misma mujer temerosa que había llegado semanas atrás. Ahora caminaba con el mentón elevado, consciente de sí misma, pero sin perder su esencia dulce.
Venía llegando de su sesión semanal con su terapeuta, la cual la había felicitado por el pequeño cambio en su aspecto y por iniciar una relación con Cyrus.
Le dijo que era un avance bastante significativo en su recuperación emocional y Stella se sintió satisfecha consigo misma por ello.
El guardia la saludó