En los siete años de matrimonio, Logan la trató fríamente como si fuera una extraña, pero Rebeca siempre mostró su sonrisa frente a todo, porque le quería y confiaba en que algún día le calentaría ese corazón frío. Sin embargo, lo que llegó fue que su marido se enamoró a primera vista de otra y le dio a esa los mimos que ella nunca disfrutó. Aun así se aferró amargamente a su matrimonio, hasta que el día del cumpleaños de ella, atravesó miles de kilómetros al extranjero para reunirse con su marido y su hija, pero él se llevó a su hija para acompañar a esa mujer, dejándola sola en una habitación vacía. Por lo que finalmente su última esperanza fue pisoteada y se despertó. A Rebeca ya no le dolía ver que la hija que ella crió con tantos cuidos quería que otra mujer fuera su madre. Preparó los papeles del divorcio y renunció a la custodia. Se marchó como si nada, y desde entonces ignoró a su marido y a su hija, solo esperaba pacientemente a que llegara el ceretificado de divorcio. Renunciando a su familia y retomando su carrera, la chica que era menospreciada por todos ganó fácilmente millones de dólares. Sin embargo, a pesar de la larga espera, el certificado de divorcio no llegó nunca, por no hablar de que el hombre que antes no regresaba a casa se volvió poco a poco inseparable de ella. Al enterarse de que su mujer quería el divorcio, el hombre, siempre reservado y frío, la bloqueó en un rincón y dijo: —¿Divorcio? Imposible.
Leer másY añadió: —Tengo algo que hacer, señorita Estrella, hasta la próxima.Rebeca ya había percibido antes que Harry no parecía gustarle.Ahora que se encontraban en el salón de recepción, Harry había intentado ser lo más cortés posible con ella, pero ella había percibido la ligereza de sus modales.En el negocio, solo se hablaba de negocios.Además, ella solo buscaba cooperar y se preocupaba por sus propios intereses, no necesariamente por entablar amistad con él.También fingió no darse cuenta de su actitud y sonrió: —Vale, hasta la próxima.E indicó al secretario de Cristian: —César, acompaña al señor Ramírez por mí.Harry se fue.Cuando bajó, vio una figura familiar: —¿Señorita Mena?Sí, Natalia y José no se fueron.Era cierto que la secretaria de Cristian los despidió con el pretexto de que el señor Figueras estaba de viaje de negocios, pero no se fueron.Porque pensaban que eso era solo una excusa para echarlos.Así que se sentaron abajo y esperaron todo el tiempo.Quierían tener una
Hugo pensaba eso.Logan tomó su café: —Aunque yo tengo la custodia, en el acuerdo está claramente escrito que ella puede ver a la niña cuando quiera, no hay restricciones.Hugo no se lo esperaba.En ese momento, las niñas miraron hacia ellos y dejaron de hablar del tema.Logan dijo de repente: —¿He oído que has estado en contacto con Tylerty últimamente?Hugo detuvo su movimiento por un instante: —Sí. —Luego añadió—: ¿Y tú? ¿No tienes esa intención?Logan: —Todavía está en el aire, aún es pronto, no hay prisa por mi parte.—Ya.***El trabajo de Rebeca aún no estaba listo.Después de redactarlo durante un día y medio, el domingo por la noche, Rebeca y Violeta salieron a cenar y fueron de compras un par de horas antes de volver a casa.Pasó un fin de semana tranquilo, satisfactorio y sin sobresaltos.El lunes, Rebeca fue a trabajar a Tylerty como de costumbre.A partir de ese día, las personas que antes habían llamado a Cristian y le habían dicho que querían trabajar con Tylerty viniero
Carolina asintió: —Bien.Siempre y cuando no saliera sola, no había problema.Logan llamó a Hugo y le pidió que se llevara a Carolina el sábado.Hugo asintió: —Bien.El sábado, Hugo llevó a Carolina y Ana a Chiquilandia.Había muchas cosas que hacer en Chiquilandia.Pero fuera divertido, fantástico o emocionante, Carolina parecía desinteresada y no se divertía tanto como antes.Parecía un poco preocupada.Hugo les dio a Ana y a ella los conos que había comprado.Mirándola que tenía cierto parecido con Rebeca, le preguntó: —Carol, ¿estás triste?Carolina, sentada en el columpio, dio un pequeño lametón a su cucurucho mientras susurraba: —Echo un poco de menos a mamá.Cuando estaba en el extranjero, aunque a veces no la veía ni una sola vez en dos o tres meses, solía llamarla todos los días y hablar por vídeollamada.Su madre había estado muy ocupada en el trabajo últimamente, pero la llamaba cada tres días más o menos y ella contestaba y venía a casa para cocinarle.Pero ahora había esta
En Tylerty había mucho trabajo por hacer.Esa misma noche, Rebeca y Cristian cenaron y volvieron al trabajo.El miércoles por la mañana, Rebeca y Cristian estaban reunidos cuando la secretaria de Cristian entró para decirle que Hugo estaba aquí.Cristian no sabía qué decir.Cualquiera sabría en qué andaba Hugo si se acercaba sin saludar.El estatus de Hugo estaba allí.Ya que vino, no podía permitirse ser irrespetuoso.Tuvo que decirle a Rebeca: —Tú sigue presidiendo la reunión, yo le atiendo.Rebeca: —Bien.Hugo ya estaba sentado en el salón de invitados cuando Cristian se acercó.Al ver que era el único que vino, los profundos ojos de Hugo se giraron ligeramente, se levantó y tomó la iniciativa de estrechar la mano de Cristian. —Hola, perdóname por venir sin saludar.Cristian tuvo que decir: —No se preocupe, es bienvenido.Una vez sentados, Hugo fue directo al grano y entregó a Cristian un documento: —Esta es mi sincera oferta de colaboración, quizá quiera echarle un vistazo...Crist
Al llegar al restaurante, Rebeca vio a los Mena y a los Rojas, que caminaban hacia ella, y el rostro de Rebeca quedó inexpresivo.Cristian, por su parte, maldijo en voz baja: —Joder, siempre tengo que encontrarme con ellos.Los Mena y los Rojas estaban pero que muy contentos de ver a Cristian.José se rio: —Hola, qué alegría verlo, señor Figueras.La sonrisa de Cristian se desvaneció: —Hola.José se rio: —Ya que nos encontramos por casualidad, ¿y si comemos juntos?Justo ahora, cuando llamó a Cristian, José había querido invitarlo a cenar, y ahora que se había encontrado con él, naturalmente no quería perder esta oportunidad.A lo que Cristian dijo: —No, gracias, ahora es mi tiempo privado, ya en otro momento quedamos.—Bueno... De acuerdo, la próxima vez entonces.Cristian ya rechazó, así que José no podía forzarlo.Cristian asintió y le dijo a Rebeca: —Vamos.Rebeca asintió y, sin volver a mirar a los Mena y los Rojas, se unió a él escaleras arriba.Mirando la espalda de Rebeca y Cri
Bueno, Juan estaba en esa posición y tenía información de primera mano, por lo que era normal que se lo informara a su familia.Eso era normal en la clase alta.Cristian estaba acostumbrado.Apretó los dientes y dijo: —Es cierto que nuestra empresa tiene que trabajar con alguien para hacer más grande el proyecto, pero últimamente Harry no me cae muy bien...Rebeca sabía que le molestaba que a Harry le gustara Natalia.Rebeca era realmente indiferente al respecto.Dijo tranquilamente: —El proyecto va viento en popa, y nuestra lucha por obtener el máximo beneficio es lo principal, todo lo demás es secundario.Conoció a Juan una vez.Tal vez sí tuviera intereses egoístas, pero dada la forma en que le trataba su profesor, estaba claro que Juan era de fiar como persona.Cristian dijo: —Lo sé.Solo lo decía por decir.Levantó la barbilla y gruñó: —De todos modos, aún queda algo de tiempo antes de que busquemos un socio oficialmente, así que lo dejaré a un lado por ahora.Rebeca sonrió: —Bien
Último capítulo