En Tylerty había mucho trabajo por hacer.
Esa misma noche, Rebeca y Cristian cenaron y volvieron al trabajo.
El miércoles por la mañana, Rebeca y Cristian estaban reunidos cuando la secretaria de Cristian entró para decirle que Hugo estaba aquí.
Cristian no sabía qué decir.
Cualquiera sabría en qué andaba Hugo si se acercaba sin saludar.
El estatus de Hugo estaba allí.
Ya que vino, no podía permitirse ser irrespetuoso.
Tuvo que decirle a Rebeca: —Tú sigue presidiendo la reunión, yo le atiendo.
Rebeca: —Bien.
Hugo ya estaba sentado en el salón de invitados cuando Cristian se acercó.
Al ver que era el único que vino, los profundos ojos de Hugo se giraron ligeramente, se levantó y tomó la iniciativa de estrechar la mano de Cristian. —Hola, perdóname por venir sin saludar.
Cristian tuvo que decir: —No se preocupe, es bienvenido.
Una vez sentados, Hugo fue directo al grano y entregó a Cristian un documento: —Esta es mi sincera oferta de colaboración, quizá quiera echarle un vistazo...
Crist