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Capítulo 1: El despertar de los dieciocho

Hoy cumplo dieciocho años.
Crecí en un orfanato, dejada atrás por un padre que jamás conocí. A pesar de esa ausencia, mi infancia aquí ha sido armoniosa: las monjas que dirigen el lugar han sido mi refugio, mi familia, mis guías.


Me llamo Rubi.


Hoy, por fin, tendré la edad suficiente para marcharme y conocer el mundo. Aunque extrañaré estas paredes que han sido mi hogar, una parte de mí arde por descubrir qué hay más allá. ¿Será la vida afuera tan fascinante como en las películas? No lo sé, pero la intriga me consume.


La madre superiora María, entre lágrimas, accedió a dejarme partir. Ella ha estado conmigo desde que era una bebe, y la extrañare, los extrañare a todos. Y yo, como cada mañana, me levanté temprano para ayudar en las labores: organizar, limpiar, atender a los niños. Me gusta colaborar; me hace sentir que no pierdo el tiempo.


Al caer la tarde, me encuentro en la libreria leyendo cuando uno de los pequeños vino corriendo:


—¡Rubi, ven al comedor!


Me pongo de pies y procedo a caminar al comedor cuando crucé la puerta, todos estaban allí: las monjas, los niños, mi familia entera, rodeando un bizcocho adornado con velas. La emoción me desbordó y las lágrimas corrieron libres. Memorizar sus rostros fue como grabar una fotografía en mi alma. Soplé las velas y, en ese instante, un viento extraño recorrió la sala, un crujido invisible rasgó el aire, y me sentí mareada por un segundo. Nadie más pareció notarlo.


Me tambalee un poco pero recuperé las fuerzas y miro altededor y todos estan ayudando a entregar pastel y una de las monjas Fifi, cortarlo. Noto que la madre superiora me mira y se me acerca. - ¿Estas bien Rubi?- la miro y le hago un gesto con la cabeza para que sepa que si. Al terminar la fiesta ayudo con la limpieza abrazo a todos y ayudo a poner los niños a dormir. Son como mis hermanos los amo a cada uno les doy un beso de buenas noches y salgo de la habitacion y me dirijo a la mia. 
Estaba organizando todas lis cosas en un pequeño bulto cuando escucho que tocan la puerta. Despues de ese viento raro que soplo me he sentido un poco extraña no puedo expresar pero algo se siente un poco diferente. Dejo pasar al que esta tocando la puerta y es la madre superiora se sento en la horilla de mi cama y la miro y veo que tiene en sus manos una carta:


—Cuando llegastes aqui apenas eras una bebe, linda tierna todo te quisimos mucho cuando llegastes, tu iluminastes nuestras vidas para bien eres especial Rubi. Tambien estaba esta carta contigo decía que la abrieras al cumplir dieciocho.
La madre superiora me la entrega - Te dejo para que puedas leerla, te quiero mucho mi niña- se levanta se acerca me da un beso en la frente y se va. La abrí con manos temblorosas.


“Querida hija: si lees estas palabras, significa que ya no estoy a tu lado. Pero quiero que sepas que Te amé con todas las fuerzas de mi corazón. No fue mi voluntad dejarte, pero la vida me lo arrebató. Hay muchas cosas que me hubiera gustado contarte y enseñarte pero el tiempo se me fue quitado para estar a tu lado, hoy tendras dieciocho y estoy segura que eres bella y encantadora; cuidate mucho el mundo esta lleno de lobos rapaces que estan esperando para acerte pedazos niña mia busca a Rose Velmort, ella vive en Valemyst. Ella sabrá qué decirte. Te amo por siempre. Mamá.”

Lloré. Toda mi vida creí que me habían abandonado, pero ahora sabía que fui amada. Dentro había también una dirección escrita y dinero suficiente para el viaje. Esa noche no pude dormir mucho, mis sueños estaba como alborotados muchas cosas a la vez. A la mañana siguiente me levante temprano y me comenze a preparar. Al salir de mi habitacion fui a ver la madre superiora toque subouerta y ella me dio el permiso de entrar, me acerco y ella me espera de pies alfrente de su escritorio - Madre quiero agradecerle por todo por haberme acogido y tratarme bien por amarme quiero que sepa que la extrañare y que la amo mucho. Ella me miraba con lagrimas en los ojos acerca su mano y toca mi mejilla - Mi niña especial eres un tesoro cuidate mucho alla fuera crece y se fuerte y siempre estare contigo en tu corazon. Le doy un abrazo fuerte y a este punto ya mis lagrimas fluyen.

Esta despedida es mas dificil de lo que jamas imagine. Afuera estan todos esperandome para despedirse, los miro a todos una ultima vez llevandome esta imagen en mi corazon clavada en mi alma. Los abrazo a todos y con el corazón encogido, me despedí de todos en el orfanato. Entre lágrimas y promesas, emprendí el camino hacia lo desconocido.

El tren hacia Valemyst partía en pocas horas. Jamás había viajado sola. Ocho horas después, descendí en una ciudad que parecía salida de un sueño: edificios de cristal, autos relucientes, calles limpias y vibrantes. Un lugar moderno, inmenso, lleno de secretos.

Sus calles y la gente ella me tenían hipnotizada, jamas habia yo venido a una ciudad, y como esta. Pedi ayuda a locales que gustosamente me ayudaron a conseguir la dirección que buscaba, caminé hasta una pequeña casa cubierta de flores. En su balcón colgaban símbolos de astrología que tintineaban con el viento. Entro y me acerco a la puerta toque tres veces.

La mujer que abrió tenía unos treinta años, era alta, esbelta, cara bonita y tes delicada tenia un paño alrededor de su cabeza que cubria sus orejas. Su piel era como casi dorada. La miro y veo sorpresa en sus ojos y rostro desencajado, como si hubiese visto un fantasma.

—¿Eres… Rose Velmort? —pregunté.

Ella parpadeó, intentando volver en sí, y respondió:

—Sí, soy yo. ¿Quién eres tú?

—Me llamo Rubi. Mi madre me dijo que debía buscarla al cumplir dieciocho años.

Un silencio estremecedor. Luego, con voz entrecortada:

—¿Rubi?… ¿Eres realmente Rubi?

Asentí. Ella me abrazó con fuerza, casi tan fuerte que senti que me exprimia el aire denlos pulmones.

—Tu madre y yo fuimos inseparables… y te busqué durante años. Ven, entra, deprisa.

Crucé el umbral de la casa, cálida y acogedora. Mientras cerraba la puerta, observé cómo Rose corría a cubrir las ventanas con las cortinas. Un escalofrío me recorrió: su gesto ocultaba algo más grande de lo que podía imaginar.



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