Punto de vista: Kaelith
Soy un cobarde. Lo admito sin orgullo, pero con verdad.
Huir no fue valentía… fue miedo. Miedo de perderla. Miedo de que mi oscuridad la devorara. Miedo de que mi padre la encontrara y, como hizo con mi madre, la destruyera.
Conocí a Rose, mi Shyra, en el mundo humano. Ella era la luz en un universo donde yo solo había aprendido a ser sombra. Nos conocimos bajo una luna opaca, en silencio. Y bastó una mirada para que las almas se reconocieran. No hizo falta una palabra; el universo habló por nosotros. En el instante en que la vi, supe que nunca más estaría solo.
Nos amamos en secreto. Compartimos el fuego y la calma, la risa y el silencio. Pero incluso en medio de esa dicha, una sombra crecía en mí: el miedo.
Mi padre, Roderick, el señor de la corrupción, había destruido todo lo que amaba. Asesinó a mi madre —una semidiosa de alas oscuras— y me llamó “experimento fallido”. Yo sabía que si descubría a Rose, la mataría también. El odiaba que después que