"Eres mi esposa Nefertiti, te guste o no, este es mi papel ahora en tu vida y me incluirás como tal. El pequeño Júpiter será tuyo como mío y tienes que metértelo en esa cabecita dura que tienes. Enamórate de mi señora Saint Amour y se mía para siempre." ¿Tiene idea de lo que significan esas palabras? ¿Acaso sabe los problemas que este matrimonio traerá? Su mirada azul me descoloca, este hombre me ha hecho cometer uno de los errores más grandes de mi vida y no puedo alejarme, por más que quiera me ha seducido de una forma que jamás lo hubiera imaginado. Demetrio Saint Amour ha entrado en mi vida de una forma que me hace odiarle pero sus caricias, sus besos, su peculiar forma de querer controlar todo a su alrededor me está volviendo loca. Me alejo pero él se acerca, me escondo pero él me encuentra. Me seduce, me atrae y me provoca, Demetrio Saint Amour me enamora en todos los sentidos pero no puedo ceder a sus provocaciones, no dejare que me domine y mucho menos que se entrometa en mi vida y mucho menos con mi pequeño hijo.
Leer másSeptiembre de 1863. Veracruz. México.
—Mañana vuelve Abigahil de España.
—Lo sé Constanse. Debo preparar todo para su llegada. Sabía que llegaría este momento, pero no pensé que el tiempo pasara tan de prisa.
Estoy fumando un cigarrillo en mi habitación. Constanse, mi amante, me espera acostada en su cama. Esta noche no tengo deseos de hacer el amor, aunque esa son unas de las cosas que más me gustan en este mundo.
Abigahil, la volveré a ver después de tantos años. Aún no estoy preparado. Nunca lo estaré.—¿Cuánto tiempo ha pasado?
—Once años, creo... Puede que doce no estoy seguro.
Once años, cinco meses y seis días.
—¿Crees que sabe ?
—¿Saber qué?
—De lo nuestro, nuestra relación clandestina.
—No lo sé, y no me interesa, ella es solo mi esposa por papeles y lo sabes.
Por desgracia, es mi esposa.
Entro en la cama. Constanse sonríe con su rostro pegado a mi hombro, sabía que le gustaría escuchar esas palabras, sé que se siente insegura con la llegada de Abigahil, mi esposa si es que a este arreglo se le puede llamar así.
Puerto de Veracruz.
—Todo está listo señor Tumbler. El coche nos espera para volver a Las Delicias.
—Gracias Bill, espero que no demore mucho en bajar del navío, odio el mar y hoy el aire se siente más pesado.
—Ese es su barco señor, no debe demorar en bajar, ya las escaleras están montadas.
Dice Bill señalando un enorme barco que acaba de llegar de Europa. Suspiro. Prendo un cigarro y le doy una calada. Expulso el humo. Miro a mi trabajador.
—Dime Bill, tú le servistes al Márques de Amery ¿Cierto?
- Pues si mi señor, le serví desde su llegada y estancia en Veracruz por muchos años hasta su muerte.
—¿Recuerdas a Abigahil?
—Un poco, era una niña muy activa.
—Si, yo igual la recuerdo jugando entre las plantaciones.
Corriendo a mis brazos, diciéndome que la ocultara de su padre para que no la regañara por alguna maldad que haya hecho.
—Era muy delgada, rubia y con muchas pecas por el sol.
No puedo evitar sonreír al recordarla. Es verdad, era muy delgada, odiaba bañarse o arreglarse con vestidos de niña. Siempre sonreía. Hasta ese lamentable día nunca más volví a verla sonreír. Nunca más volvió a sonreírme. Termino de fumar. Miro hacia unas señoritas que pasan por mi lado y me sonríen con complicadad. Yo sonrío igual. Creo que una de ellas...estuvo conmigo. Pero han sido tantas que las olvido luego de un tiempo.
—Señor, ya comenzaron a descender personas del navío.
La buscaba por todas partes, la verdad que no tenía idea de cómo lucía actualmente, creo que según su físico de niña, debía ser alta y muy delgada, pero nadie con esas características se nos acercó. Ella...ella sólo la ví una vez en Europa. Pero de eso ya hace algunos años atrás y...fue en un baile. No la pude detallar.
Luego de un tiempo, una jóven hermosa de larga, muy larga cabellera rubia se nos acerca, tenía los ojos más hermosos que jamás haya visto, su piel era fina y blanca como el marfil. Su sonrisa encantadora a tal punto que casi pasan desapercibidos sus carnosos labios. Su cuerpo se había desarrollado por completo. Sus senos eran redondos, se podían ver gracias al escote de su vestido, su cintura era diminuta, tenía unas curvas que eran una tentación. Era como la niña que dejé en ese Internado Católico, pero hecha ya una mujer. Una mujer realmente hermosa.
A quien quiero engañar.
Ella es la mujer más hermosa que jamás haya visto en toda mi maldita vida.
—Hola Bill.
Dice sosteniendo una pesada maleta de cuero y retorciéndose incómoda por nuestra falta grave de cortesía por no devolver el saludo ninguno de los dos.
—Supongo que no me reconocen, ha pasado un largo tiempo. Sin embargo, tú no has cambiado en nada Alexander.
Dice ahora dirigiéndose a mi persona y posando sus bellos ojos verdes en mí. No sé qué me pasaba, normalmente soy más seguro de mí mismo.
—¿Abigahil?
Pregunto cuando logro articular palabra alguna sorprendido.
—La misma...¿ Sabes? He estado todo el trayecto buscando la mejor manera de saludar a mi esposo, me costó un poco pero al fin me decidí.
—¿De verdad?
Respondo divertido, no sabía que estuviera tan ansiosa por verme otra vez.
—¿Por cuál te decidiste?
Ella sonríe mostrando su hermosa dentadura. Sus ojos brillaban con picardía. Suspira mirándome fijamente.
—Simple, Quiero el divorcio.
No es la primera vez que Horus me provoca el deseo de golpearlo pero esta vez ha sido diferente, puedo sentir mis dedos dolerme pero no puedo permitir que continúe siendo lo que siempre ha sido. Un estupido. —Rhoesia, creo que tus chicos pueden encargarse desde aquí. —pido sin expresión alguna, mirando a Horus con desdén. —¡Nuestros chicos! ¡Shiva estás a cargo bebé! —dice Rhoesia. Estoy segura que esto es lo mejor, ella me lo ha dicho que nada cambiará hasta que mi hermano comprenda el poder que tengo. Shiva asiente, tomando a Horus del brazo levantándolo con un solo movimiento. He de aceptarlo, todos ellos son muy intimidantes. Shiva empuja a Horus quien hace el intento de golpearlo, mi hermano no aprende, quienes me parecen son Valak y Alexander lo sostienen con tanta fuerza que Horus se queja. Shiva cubre la vista de mi hermano, quedando frente a mi y mirarme con una sonrisa honesta. Una que logra sonrojarme porque de una u otra manera, todos los "chicos" de Rhoesia son increíb
Esto no era precisamente lo que tenía planeado. Por lo menos no de esta manera. Solo han sido un par de semanas pero esto... no es lo que quería. No estoy quejándome, el equipo de Rhoesia tiene una buen plan que se ejecutara en el momento adecuado pero esto ya es demasiado. —Lo siento Demetrio, mi chica suele comportarse de esta manera y al parecer Nefertiti es como la mejor amiga que ha tenido hasta ahora. —suelto un bufido. —No me parece que sea buena idea que ellas estén por ahí sin siquiera importar nada. —Sabemos dónde están y el equipo les lleva el paso . —ruedo los ojos. Necesito ponerle uno de esos chips de rastreo a Nefertiti, por el bien de ambos. —¿Como puedes lidiar con ello? Nefertiti es una chica tranquila, bastante respetuosa pero la mayor parte del tiempo es ella quien decide que hacer o no hacer. —Rhoesia es lo contrario, hace lo que quiere en el momento que lo quiere. —bufa. Vaya mujeres que tenemos. —Por lo menos has logrado que se case contigo, a mi me tiene
Algo va mal... No estoy segura de que pero estoy segura que esto no es meramente una coincidencia. Tranquilízate Nefertiti. Recuerda si tantas miradas te intimidan, solo tienes que tirarte al suelo y convulsionar. ¡Eso ya ni siquiera ayuda! Uno... dos... tres... diez. Hay más de nueve hombres con aspecto impresionante mirándome de arriba hacia abajo inspeccionándome con algo que a Saint Amour ni siquiera parece perturbarle. Por Dios. Es el hombre más posesivo, loco, celoso y dominante que he conocido, ¡Como es que esto no lo enloquece! —¡Ya llegue! —grita una voz femenina. Los diez hombres que me observaban, en sincronización vuelven la mirada hacia atrás y sonríen. Se abren paso para darle la bienvenida con lo que parece una reverencia a la dueña de esa voz. —Buen día jefa. —dicen todos al unísono. Impresionante. Demetrio me coge de la cintura, le vuelvo a ver con una incógnita pero él solo se coge de brazos. Por suerte Jupiter está con Elliot, de lo contrario cogeria a mi p
Hemos llegado a Monte Carlo hace solo treinta minutos, estamos llegando a casa y hasta este momento el señor Saint Amour no se ha separado de mi mano por ningún solo segundo. Ni siquiera cuando lleva un gran rato hablando por el móvil con solo el sabe quien, puedo entender algunas cosas que dice en aleman pero no comprendo a plenitud de lo que se trata. —Husher te lo estoy diciendo por las buenas. —gruñe. Me mira a mi. —No, no vas a conocerla. Joder... —rueda los ojos y termina riéndose. —Hola Rhoesia, si... seguramente, no estoy haciéndome el serio, ¿vas a ayudarme? —pregunta más tranquilo. ¿Quien es Rhoesia? No soy celosa pero... —Bien. Te lo prometo, me parece, si es lo que quieres. Esta bien, te espero. —sonríe lascivo. Entrecierro los ojos cuando cuelga la llamada y me mira, con una ceja arqueada. No voy a preguntarle nada. —Rhoesia es la hermana de un amigo mío. —explica. —Creí que no tenías mas amigos que Miguel. —el desinterés en mi voz me puede, parezco de lo mas inter
Corremos nuevamente hasta salir en el primer piso donde seguramente los hombre de Moleyit están. Egor sujeta mi mano, por la expresion que continua teniendo estoy segura que todavía no asimila lo que he pedido. Un disparo... no puede ser doloroso... ¿cierto?La entrada principal como es de esperarse está llena de hombres trajeados. Una cantidad exagerada de hombres solo para llevarme. ¿Acaso soy una criminal? Para ellos quizás lo soy, una desertora quizás... —>>>Nefertiti... ¡Atrápenla!—Maldicion. Reaccionó sintiendo el brazo de Egor envolverme el cuello y toparme a su cuerpo, la sorpresa me hace soltar un grito en el que Egor trata de soltarme. —No... esta bien... me asuste. —digo entre dientes. Egor hace un ruido con la garganta, vuelve a sostenerme y en pocos segundos su arma está sobre mi cabeza. ¡Si está cargando un arma! —Vamos a llevarla. ¡Atrápenla! Cuatro hombres se aproximan a nosotros. El agarre de Egor se hace más fuerte. —¡Si dan un paso más voy a matarla!—¡
Mi cuerpo se paraliza impidiéndome seguir, incapaz de continuar y aceptar lo que esta frente a mi. He pasado por mucho para dejar que esto termine aquí y no voy a permitirlo. No lo haré. —¿Quienes son estos tipos? —la voz de Egor logra devolverme en seguida. Reacciona Nefertiti. No es momento para flaquear. —Vienen por mi, son miembros de la tribu Tutmose. —las palabras no parecen salir de mi boca con seguridad. Venga. Nefertiti. —Ellos vienen por mi, tenemos que salir de aquí en este momento. —Elliot todo esta preparado, segun las ordenes del señor Saint Amour un avión nos espera. ¿Ordenes de Demetrio? Elliot me mira con una ceja arqueada. —Ese tipo, me desagrada pero piensa en todo. Ha sido un dolor de culo el evitar que aparezca en Alemania. Si, eso es algo que el perfecto señor Saint Amour haría. ¡Nefertiti actúa como debes! —>>>Nefertiti Tutmose en nombre del gobierno egipcio y el sagrado pueblo Teneksine, tengo ordenes de llevarte conmigo. Cualquier intento de escapar
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