El sol comenzaba a esconderse detrás de las montañas, tiñendo el cielo de un tono naranja rojizo. La luz parecía intensificar la batalla interna que sentía. Mis emociones eran un torbellino, y cada vez que pensaba en Kian, me encontraba atrapada entre la necesidad de alejarme y el deseo de abrazarlo más fuerte que nunca. La confusión no era algo nuevo para mí, pero esto... esto era diferente. Estaba tocando algo más grande que yo. Algo que no podía entender por completo.
Aún no podía dejar de pensar en la conversación que había tenido con la anciana. El miedo que había percibido en su mirada era palpable, como si me hubiera estado advirtiendo de algo que mi mente aún no lograba procesar. Y luego estaban las cartas, las palabras de Kian, que me decían que nos estábamo