La mujer también abrazó a Mario palmeando su espalda como si estuviera orgullosa de él, o como lo haría una madre. Me pude dar cuenta de cuánto apreciaban los dos a Mario como si fuesen de la misma familia, besándole él en la mejilla a aquella mujer respondiendo también a su abrazo. Gracias a ese matrimonio pude conseguir despejarme un poco, quitarme las preocupaciones y el estrés que me produjo Mario con sus palabras, marchandonos al fondo de la sala la mujer y yo para hablar de cosas de mujeres, contándome ella que eran padres de dos hijos casi de la misma edad que mi hijo y que casi todos los fines de semana se reúnen para que los tres niños jugaran tanto en su casa como en la de Mario.
Mario me fue presentando a cada invitado que se iba acercando a nosotros, hasta que la esposa del anfitrión me cogió del brazo separandonos así Mario y yo, fijandome cuando podía en mi futuro esposo, ya que parecía algo tímido cuando le hablaban los demás hombres de negocio, dado que el solo se exp