Parte 2: Encuentro de Sangre y Sombras
Lionel irrumpió en el recinto de piedra. El olor a perro mojado le quemó las fosas nasales. Se cubrió la nariz con desdén y caminó directo a la mansión como una tormenta desencadenada. Amanecía, pero su furia oscurecía el pasillo.
Las bestias que resguardaban el lugar intentaron bloquear su avance, pero él, con un giro de muñeca y un golpe preciso, les rompió el cuello uno a uno, dejando sus cuerpos inertes en el suelo.
—Dime, ¿qué pasó con las personas de aquí? ¿Dónde están? —rugió al vacío mientras su mirada recorría el caos que lo rodeaba.
No esperó una respuesta. Atravesó las puertas principales con un solo golpe y subió las escaleras, revisando cada habitación hasta encontrar a Cristal, sentada en la cama, inmóvil, su mirada perdida en el horizonte.
—Cristal, ¿qué te sucedió? —preguntó con evidente preocupación al ver sus heridas.
Cristal no se movió, solo el parpadeo lento de sus ojos confirmaba que seguía consciente.
—¿Has encontrado a Rase