Capítulo 121:
El aire en la ciudad era irrespirable, impregnado de humo y un hedor metálico que anunciaba la extinción. Las calles, una vez vibrantes, eran ahora un cementerio de soldados y civiles; el caos reinaba en cada esquina. Criaturas sedientas de sangre, deformadas por la corrupción de la comunidad de los Trece, devoraban a los pocos sobrevivientes, reduciendo a los humanos a sombras distorsionadas de lo que alguna vez fueron.
Skiller golpeaba frenéticamente una puerta de acero con los puños ensangrentados, su respiración agitada por la desesperación.
—¡Abran, maldición! ¡Hay sobrevivientes aquí! —gritó, con la esperanza de que aún quedara alguien con vida detrás de aquellas paredes.
La puerta finalmente cedió con un chirrido metálico, pero dentro solo encontró cuerpos apilados. La muerte había llegado antes que él.
Un leve murmullo rasgó el silencio.
En el centro de la habitación, entre las llamas y la destrucción, una figura conocida se alzaba: Cristal.
Su cabello brillaba