Capítulo 120:
“Donde el mundo olvidaba el tiempo, Varek aún recordaba el dolor.”
El santuario existía fuera del flujo del tiempo. Un solo día en el mundo real podía convertirse en meses, incluso años, dentro de aquel dominio. Aisha no lo supo hasta que su cuerpo comenzó a cambiar, hasta que el peso de una nueva vida creció en su interior.
Varek observaba desde las sombras, su mirada cargada de anhelo y desesperación. La imagen de Aisha, libre de todo sufrimiento, debería haberle traído consuelo, pero en su interior, una sombra de culpa lo atormentaba.
—Te traje aquí para salvarte de ellos, de todo. Pero no puedes salvarte de mí —susurró, más para sí mismo que para ella.
Aisha comenzó a moverse, como si despertara de un sueño largo y confuso. Su mirada buscó algo en el vacío, algo que no podía recordar del todo.
—¿Dónde estoy? —preguntó, su voz temblorosa.
—Estás a salvo —respondió Varek, avanzando hacia ella—. Aquí no hay peligro, ni luchas. Solo paz.
"La paz del santuario era artifi