"El aire en la celda era tan espeso que parecía que respiraba sombras vivas, un peso invisible aplastando su pecho. Cada segundo, la oscuridad cobraba más fuerza, envolviéndolo como una prisión sin fin."
En su mente, Rasen flotaba en un mar de sombras. Frente a él, Sariel emergió envuelto en una niebla oscura.
—Siempre lo mismo, ¿no? —su voz resonó como un eco burlón en el vacío—. Luchas, amas, pierdes... y al final, siempre regresas a mí. Al abismo del que nunca escaparás.
Rasen alzó la mirada, con furia y desesperación.
—No tienes idea de lo que ha pasado.
Sariel rió con amargura.