El aire en la habitación se había vuelto denso tras el enfrentamiento entre Sanathiel y Varek, que solo detuvo su ataque, cerrando sus puños para contener el golpe del lobo. Aisha, en el centro de todo, sentía que la pesadez de la situación era abrumadora, con una presión constante en el pecho. Las luces en el bosque brillaban entre las bestias que los rodeaban, y en medio de todo, vio el cuerpo desmayado de un hombre alto y delgado.
Como si el bosque lo devolviese, las bestias y monstruos se retiraron. Aisha tomó valentía y lo reconoció: Rasen.
Al percatarse, sus dedos temblaron, pero tomó sus manos frías, tratando de calentarlas. Skiller se acercó y la sorprendió:
—Déjame llevarlo adentro, Aisha.
Más tarde, en un rincón apartado del refugio, Aisha observaba a Rasen con preocupación. Su rostro permanecía tenso, marcado por una palidez que no se debía sólo a su estado inconsciente. Algo oscuro se movía bajo la superficie de su piel, algo que incluso ella podía percibir ahora que enten