El momento quebrantó las leyes de la física, el espacio y el universo. Las dos Rous se encontraban en el mismo espacio, pero solo la del pasado estaba consciente del suceso que era palpable y hasta parecía que podría quedarse en su pasado nuevamente, en un pasado que fue usurpado por su yo del futuro y que estaba cambiando el destino sin ser consciente de ello.
El escalofrío recorrió el cuerpo de Rous del futuro que dormía profundamente, sintió la mano que la toco por un breve instante y el susurró a su espalda. Toda una escena de cripta, fantasmas o demonios acechando en la oscuridad.
Pero no fue todo lo que alcanzó a observar, su mirada se centro de otro lado del cuerpo de Rous del futuro. ¡Su esposo! Caleb se encontraba de frente, abrazando ese cuerpo extraño, ese cuerpo que había usurpado su espacio, su tiempo. ¡Su habitación!
—¡No me extraña de ti! —susurró con la mirada enardecida, pero aún no salía de la duda. ¿Quién era la mujer envuelta entre las sábanas y que escondía el ros