-Gracias - dijo y empezó a caminar; pero el señor no lo soltó. Lo volteó a ver.
-joven, disculpe que lo entretenga.
Teo inhaló, invocando un poco de paciencia - realmente no tengo tiempo - sujetó la mano del señor y la empujó.
-Es que lo he estado buscando por días - los dedos se aferraron a su brazo - el otro día moví la casa de arriba a abajo. Revisé hasta en el rincón más recóndito - Teo dio un paso atrás; pero, para su mala suerte el señor dio uno al frente, subió la otra mano y agarró su brazo firmemente - también quería mostrarle que he conseguido un trabajo y darle la llave que encontré.
Teo se quedó est