-¡Teo! - se giró al sonido - Ten cuidado en el camino, ya ves lo que te ha pasado.
Asintió, antes de partir. No se preocupó mucho, ya que tenía una carta para defenderse; aunque caminó con nerviosismo. De alguna manera el ambiente había cambiado. Sentía una atmósfera pesada como si el cielo quisiera aplastarlo. Cuando se acercó a la oficina, vio a Marcelo salir lentamente, sosteniendo el bastón, yendo al lado opuesto de donde Teo llegaba. Seguido de él, iba Ethan. Con su porte recto y aura imponente. Sus ojos se conectaron por un momento antes de que Ethan se desviara.
Un fuerte presentimiento lo golpeó. Su confianza se desvaneció a la mitad; pero aún tuvo el valor para entrar erguido al patio. Cruzó el área solitaria hasta pararse frente a la entrada.
Su respiración era agitada; mientras miraba a su padre darle la última palabra. No estaba en posición de debatir los motivos. Pero quería, realmente deseaba demostrarle que era capaz. Se giró, obedientemente. Sin la dignidad para levantar siquiera la mirada. Abrió en silencio y se marchó dejándolo encerrado. Al salir a la calle, el corazón que había logrado mantener a flote frente a su padre, se hundió.Todas sus metas cayeron al suelo, no fue capaz de demostrar nada. Agotó las últimas fuerzas que tenía. Sus pies ya no se despegaron del suelo, arrastrándolos sobre las piedras lisas. Iba pasando el callejón junto al restaurante exótico frente a la oficina; aunque su vista no estaba enfocada en ninguna parte, vislumbró una sombra que salió de la esquina. Sin ánimos de lucha, sigui&oa
El cuerpo inerte estaba pálido; más la tenue luz que lo iluminó, le dio un aspecto tenebroso. Al quedar descubierto al exterior le provocó una molestia tan fuerte que incluso le dolió la cabeza. Un segundo después, el destello desapareció. Abrió los ojos. La figura de su padre quedó enmarcada por el reflejo de la puerta.El hombre caminó a un lado, dejó algo en la mesa antes de volverse a él - ¿qué haces ahí?, ¿esa es tu rabieta? - más preguntas llegaron a sus oídos. No tenía fuerzas ni siquiera para suspirar - déjame decirte que no te consentiré más. Desde ahora seré estricto contigo - su padre mantuvo la distancia. Como si tuviera miedo de descubrir su verdadero estado - has tenido demasiados privilegios y fuiste capaz de hacer tantas cosas a nuestra espalda
Largas piernas cruzaron el cuarto. Botas negras pisaron la grada colocándose cerca de los chicos en discusión - ¿esa es su forma de ayudar? - comentó tranquilamente.Ambos lo voltearon a ver y de inmediato se levantaron. Erguidos, creyéndose con el valor para enfrentarlo - ¿tú puedes hacer algo mejor? - Edgar rebatió.-¿te crees tan bueno? - los dos lo enfrentaron, sacando el pecho; mientras empuñaban las manos a los costados.Ethan sonrió. Fue una sonrisa fría, destellando en la oscuridad como una bestia asesina. Aun alguien que no tuviera conocimiento de quién era él, con la simple aura que emanaba podría hacerlo presentir el peligro de su presencia. Sin embargo, a pesar de ser cobardes resistieron la amenaza. El
Su pie se deslizó. Sin la fuerza para detenerse, se fue de lado. Los frascos acumulados se regaron por todos lados, empujados por una cabeza húmeda. Su hombro golpeó el borde de la tina, antes de rebotar y caer al agua. Su respiración fue cortada de golpe. El susto hizo apaciguar todas sus otras emociones; pero no luchó por salir.Se hundió, sumergiéndose hasta el fondo. El agua entró por su nariz, produciéndole agitaciones. En el proceso de llegar hasta abajo, se giró de manera involuntaria. La parte baja de la espalda chocó contra el piso antes de ser expulsado hacia arriba. Su cuerpo débil salió flotando. Era abrumador tantos sentimientos negativos, que a la vez le hacían sentirse vacío. Provocándole que quisiera arrancarse el corazón.Quería
El aire golpeó su cara. Corrió por las calles apenas alumbradas por la luna. Cruzó por varios callejones. Perdiéndose en el pueblo para que su ubicación no fuera localizada fácilmente. Cuando sintió que el oxígeno no le era suficiente se detuvo. Apoyado con una mano en una pared desconocida. Miró adelante y atrás. Luego, comenzó a caminar con cautela.No tardó en toparse con el camino hacia el parque. Vigilante, ingresó a él. La fuente nunca paraba de soltar agua de la cima. El agua acumulada abajo estaba tranquila, manteniendo el estanque nítido y transparente. Cruzó el puente. Los árboles a un lado se movieron al pasar. Solitario, el silencio de la noche le ponía el vello de punta; pero había un objetivo en mente que le daba valor. Marchó, escondiéndose en las sombras. Se
-¡Hey, sigue despierto! - aunque su visión era borrosa y estaba mareado pudo ver la figura de uno de los hombres señalándolo.Luego, otro golpe en la nuca lo dejó inconsciente. Un tiempo después abrió los ojos. El sonido del agua cayendo llegó a sus oídos. Estaba tirado de lado sobre el suelo de rocas. Largas piernas de dos personas se movieron frente a él - ¿con una será suficiente? - tenía las manos sujetas tras las espalda; incluso sus pies estaban inmóviles.-¿qué están haciendo? - levantó el cuello lo más que pudo.Las piernas dieron un salto - se despertó - dijo uno.-Qué importa - habló el otro con la voz compri
Ethan se acercó. Sus cejas afiladas denotaban frialdad. En la mejilla derecha había una mancha que parecía sangre. Al verlo, Edgar bajó las manos de su camisa - ¿vendrá a amenazarnos de nuevo? - susurró Oliver.-Cállate - Edgar recompuso la cintura para quedar frente a Teo.Mientras la figura cortaba la distancia, Teo se fue escondiendo tras las piernas de Edgar. Tenía una apariencia humillante y deseaba esconderse de él. Los puños de Ethan se balanceaban cerrados a sus costados. Detrás de él, a una distancia considerable, apareció otro tipo con la misma vestimenta y el mismo porte. Con un rostro serio como si estuviera enojado con la vida.Ethan llegó primero, esquivó a Edgar y se paró a un lado. Lo m
Parado frente a las puertas cerradas, su padre lo fulminaba con la mirada; mientras Ethan dio un giro como si fuera un soldado y se colocó, con las manos atrás, firme junto a la pared. Teo se acercó. Escuchó los zapatos raspar el suelo por detrás; pero los chicos aún no se habían ido. La sangre en la nuca se había coagulado, quedando tiesa sobre su piel, formando líneas duras. Cualquier dolor se esfumó, reemplazado por el retumbar del corazón y la sangre corriendo por sus venas en torrentes apresurados.Cuando estuvo a tres pasos de distancia, se detuvo. Su padre respiraba agitado. Sus fosas nasales se abrían y cerraban; en tanto, las manos en puños temblaban. Al tenerlo cerca, dio un paso al frente y alzó la palma. Teo giró la cara, cerrando los ojos; pero una mano en su barbilla lo obligó a regresar el cuel