Fue arrojado, cayendo entre las mesas antes de girar y quedar sentado para presenciar los actos de la otra persona. Javier sacó el cinturón de su pantalón - Con esa cara que tienes hasta padezco de lástima al golpearte - alzó el cincho en su mano y bajó con fuerza.
Teo se movió, asustado, logrando esquivarlo por suerte. En ese momento, creció en él un enorme coraje, deseó ser fuerte. Entonces, Javier le sujetó las piernas; mientras Teo trató de empujarlo. Pero luego de eso el tipo le agarró ambas manos con una sola. Después, un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando sintió que la otra le tocó el vientre, deslizándose hacia arriba por toda su piel.
Su estómago dio un vuelco. Por primera vez en su vida percibió un sentimiento