La mano de Malakai voló a la cintura de Natalie, y la atrajo a él, porque el escucharla pronunciar su nombre, lo hizo vibrar y su lobo se apodero de su mente, aunque el humano no puso objeción alguna, estaba perdido y lo sabía, lo mejor fue cuando se adueñó de los grueso labios de la castaña, quien lejos de espantarse u ofenderse, se aferró a la camisa de Malakai e hizo volar los botones, se podria decir que Natalie había ingresado en el mismo Torbellino que Malakai, la conciencia y el razonamiento se perdían en la joven quien recordaba estar en la puerta de su nuevo hogar y al segundo siguiente estaba recostada en su cama, recorriendo el pecho duro del vaquero de quien apenas conocía su nombre, aun así no se permitió pensar en nada, o mejor dicho, no podía pensar en nada mas que en ese hombre y como sus ojos parecían brillar con cada lengüetazo que le daba a sus pechos, mientras ella solo podía gemir lo único que sabia de él, su nombre.
Malakai jamás en su vida había sentido el calor