Malakai vio a Natalie ingresar al baño y como alma que persigue el diablo, tomo su ropa y se vistió de camino a la salida, ¿Qué rayos había sucedido? Ni el lo comprendía, no era la fiebre del celo, claro que no, el calor lo conocía bien y lo controlaba, sin embargo, lo que había pasado con Natalie, era inexplicable, él se había olvidado de las ordenes de su Alpha, esa humana era intocable y él había hecho mas que solo tocarla, lo peor era la sensación de molestia que crecía con cada paso que daba, deseaba regresar a ella, tomarla entre sus brazos y no soltarla jamás, pero no lo haría.
— Maldita mujer.
Murmuro molesto, ¿acaso era una encantadora de bestias? Solo eso se le ocurría pues no se olvidaba de como había montado al potro salvaje.
— No puedo creer que follaras con esa puta. — la queja de Nilda lo hizo detener su caminata y gruñir ante sus dichos.
— Natalie no es eso y cortare tu lengua si lo repites. — ni el mismo Malakai comprendía de donde salía tanta agresividad.
— Lo es Mal