—¡Fuck! —maldigo por el susto que me acabo de dar, guardando rápido la pistola.
—Hermano, bienvenido a tu fiesta de cumpleaños —dice Marco, con una sonrisa de satisfacción.
—¿Qué es todo esto? —le pregunto furioso. Se me acerca sin darme tiempo a reaccionar y me arrastra directo al área VIP.
—¿Qué es esa mierda de baratija que llevas en la mano? ¿Es un reloj? —pregunta con asco, arrugando la cara como si fuera veneno.
—Me lo regaló mi mujer. Diez mil dólares le costó —respondo con orgullo, levantando la muñeca para que lo vea mejor.
No dice nada de inmediato. Solo lo observa.
—Ya veo, hermano... —asiente lentamente, cambiando el tono—. No lo dije por ofender su regalo. Solo que estás acostumbrado a usar relojes de más de cincuenta mil dólares. Pero tengo un regalo que te va a encantar—
Todo el lugar está decorado. Hay un pastel enorme y la música retumba en las paredes. En una esquina, una zona llena de regalos llama mi atención, y Marco me entrega una llave.
—Te compré un coche —me h