Hoy es el funeral de Diana.
El alma se me desgarra solo de pensar que tendré que despedirme de ella por última vez.
No tengo fuerzas para levantarme de esta cama, ponerme un vestido negro y salir a decirle adiós.
Solo seremos cuatro, incluyendo al sacerdote. Enzo se encargó de todo junto a Dante.
—¿Estás lista? Voy a ayudarte a ir a la ducha. —Está tan frío. Y yo igual.
—Sí. —Me ayuda a levantarme, y camino agarrada de su antebrazo con cuidado. Mi herida ya no duele, aunque aún faltan días para que termine de sanar.
Este proceso es horrible y doloroso. Sin contar lo sucia que me siento... toda la sangre que aún brota de mí, cómo mis pechos se derraman desde que me siento mal y mis emociones se descontrolan.
Una coleta envuelta, un vestido que Dante mismo compró para mí, y zapatos cómodos. En estos días he sentido frío, tal vez porque me siento vacía.
El vacío en mi vientre es insoportable. Siento que me falta algo. Que me falta ella.
El coche se desliza por la carretera. Llevo flores