Aún no me marcho. Aún sigo con ella. Han pasado tres días desde el aviso, pero, mierda, es tan difícil desprenderme de ella... aunque, siendo sincero, tampoco quiero.
Ahora estamos aquí, en la biblioteca, haciendo una pijamada. A petición suya, claro. Yo solo sigo sus órdenes para complacerla. Por lo menos, ya no anda diciendo que no sirvo para nada.
Me sonríe mientras come de las cosas que nos preparó Virginia para esta noche de películas. Compramos un proyector.
Cuando la película se acaba, ella me mira y suspira.
—Qué guapos eran los protagonistas, ¿cierto? —
—¿El macho te pareció guapo? —digo celoso.
—Jajajaja, ni que fuera un animal. Pero sí, estaba muy guapo. —
Me inclino hacia ella y la giro para que quede frente a mí, con las piernas sobre las mías. Se sonroja e inclina un poco la cabeza hacia abajo.
—¿Le tienes vergüenza a tu marido aún? Mírame bien... ¿Él es más guapo que yo? —le pellizco un pezón y le arranco un gemido gutural.
—N-no... —responde, con la voz forzada.
—Es qu