Capítulo 88 — El eco de un Londres vacío
Londres había quedado convertido en un cascarón hueco. Las amplias avenidas, antaño repletas de carruajes, damas engalanadas y caballeros ansiosos por alcanzar la próxima invitación, ahora permanecían silenciosas, como si la ciudad entera hubiese decidido entrar en un largo sueño. Las residencias más distinguidas estaban cerradas, las cortinas corridas, los porteros tomando su merecido descanso y las luces apagadas. La temporada había terminado oficialmente y la aristocracia inglesa se había dispersado hacia sus propiedades rurales como un enjambre que encuentra su verdadero hogar lejos del bullicio.
Hasta la familia del duque de Ashbourne había partido ya la semana anterior; su hermana, sus padres, incluso algunos de sus más fieles criados se habían marchado para preparar la residencia del campo. Pero él, junto con Arturo, había decidido permanecer un poco más en la ciudad. No por gusto, sino por evasión. A veces, Londres vacío era una compañí