Capítulo 31 — El valor de un secreto
La rutina en la residencia Derby había cambiado casi sin que Virginia lo notara. Tras aquella conversación con el conde, donde por fin se había atrevido a confesarle que necesitaba sentirse útil, su vida tomó un rumbo distinto. Ya no se limitaba únicamente a las clases de etiqueta, danza o música; ahora sus días estaban divididos entre las enseñanzas de Clara y las largas charlas con el conde.
Al principio, lo que parecían ser simples recomendaciones de lectura se transformaron en verdaderas lecciones de administración. Después del desayuno y nuevamente tras la cena, Virginia se dirigía junto al conde a la biblioteca, donde él, con infinita paciencia, le mostraba cuáles libros debía estudiar. No eran novelas ni relatos históricos, sino tratados de agricultura, leyes de tierras, economía rural y correspondencias antiguas de sus administradores.
Virginia escuchaba atenta, tomando notas en sus cuadernos, formulando preguntas que muchas veces sorprendí