Mundo ficciónIniciar sesiónEl invierno parecía dar sus últimos respiros en Derbyshire. Aquel día no había nieve en los jardines, y aunque la brisa seguía fresca, el sol asomaba con generosidad sobre la terraza que se extendía desde el salón principal del conde. Era la primera vez en semanas que se podía disfrutar del exterior sin temor a que el frío congelara las manos.
Virginia y Charlotte aprovecharon la ocasión. Una mesa de hierro forjado, cubierta por un mantel blanco, las esperaba en la terraza. Sobre ella, una tetera de porcelana humeaba suavemente, acompañada de delicados pastelillos y galletas de limón. Charlotte, con su energía habitual, se adelantó a servir el té mien







