Capítulo 16 — Las vecinas Peyton
La mañana amaneció gris, aunque el aire fresco de Derby parecía traer consigo una promesa de calma. Virginia abrió los ojos lentamente cuando Amanda corrió las cortinas, dejando entrar una luz suave que iluminaba la habitación. El canto de algunos pájaros se escuchaba en el jardín y, por primera vez en muchos días, la joven sintió una ligera sensación de paz, como si aquel lugar pudiera darle un respiro en medio de tantas preguntas sin respuesta. Amanda la ayudó a vestirse con un vestido sencillo, de tono azul claro, adecuado para recibir visitas aunque Virginia aún no lo sabía.
Bajó a desayunar y encontró al conde sentado a la cabecera, como cada mañana. Tenía el semblante serio, aunque en sus ojos se percibía cierta chispa divertida. Al verla entrar, le indicó con un gesto que se sentara a su lado.
—Hoy no será un día tranquilo, señorita —comentó el conde mientras dejaba su taza de café sobre el plato—. Ya debe estar preparada para recibir visitas.