Ren, sobresaltado, despertó asustado.
-¡Rector!
-Nosotros....
Ren se vistió a toda prisa, recogiendo a trompicones sus cosas mientras el rubor le ardía en las mejillas. Apenas pudo balbucear nada antes de salir corriendo por la puerta, como si el suelo quemara bajo sus pies. Las feromonas lo delataban.
Hyeon dio un paso para seguirlo, el instinto y la angustia empujándolo hacia adelante, pero la mano firme de su padre lo detuvo en seco.
—Ni un paso más —ordenó el rector, con esos ojos severos que no admitían réplica mientras notaba los ojos carmesí de Hyeon.
—Esos ojos...son los mismos ojos de aquella vez.
—¿Que dices, padre?
—Nada...
El silencio pesado de la habitación se llenó del choque de respiraciones contenidas, y Hyeon supo que estaba atrapado entre su deseo y la autoridad implacable de su padre.
Hyeon no sabe que es adoptado, aunque se veía diferente a su padre por el pelo rojo, él y los demás asumían que su madre tenía el pelo rojo aunque nunca vieron una foto de el