—Maldita sea no he podido ver a Ren en todo el día.
La noche caía como un velo negro sobre la ciudad. Las luces de los edificios universitarios parpadeaban mientras los estudiantes iban y venían, agotados de sus clases interminables.
Hyeon caminaba con paso firme por los pasillos del campus residencial, sus ojos rojos ocultos bajo sus lentillas oscuras, su aura densa provocaba escalofríos a quienes pasaban a su lado. Vestía su chaqueta oscura favorita y el cabello rojo caía rebelde sobre su frente, cubriéndole parte de la mirada decidida.
Uno por uno, hipnotizó a todos los que se cruzaban en su camino: recepcionistas, guardias de seguridad, estudiantes despistados, incluso al conserje que trapeaba con desgano frente a la entrada del edificio. Sus ojos se dilataban ante su orden silenciosa de "No me viste. No me recuerdas".
Cuando llegó al piso de Ren, respiró hondo. Su corazón, normalmente frío, latía rápido y errático. Golpeó suavemente la puerta. Fue su compañero de cuarto de Ren, q