La mañana llegó con un cielo grisáceo y llovizna leve.
El aire olía a tierra mojada además de desayuno y café en las cafeterías. Hyeon, exhausto, dejó a Ren en su edificio universitario antes de irse caminando bajo la lluvia hasta su pequeño apartamento que estaba muy cerca. Su cuerpo dolía de cansancio y su mente ardía con imágenes del sueño de la noche anterior: Ren muriendo en sus brazos, Thiago sonriendo con esa locura que tanto odiaba. Y el ciclo se repite.
Mientras tanto, en el aula de Lengua Extranjera, Ren no podía dejar de tamborilear con el bolígrafo sobre su cuaderno. La profesora hablaba sobre conjugaciones, pero su mente estaba muy lejos de allí.
“¿Qué pasaría si me convirtiera en vampiro?… ¿Sería como Hyeon?… ¿Dejaría de ser un estorbo humano para él…? ¿Sería digno de estar a su lado para siempre? ¿ya no moriría?”
Desde el enfrentamiento con Thiago y su conversación con Hyeon, un agujero oscuro se había abierto en su pecho. La idea de morir antes que Hyeon, de envejecer