La sala de juntas estaba llena de planos extendidos, maquetas físicas y simulaciones corriendo en las pantallas digitales. Era el último repaso antes de cerrar el megaproyecto del puerto de Costa Verde.
Raúl abrió la sesión con tono solemne:
—Estamos a cuatro días de la presentación. Quiero rigor, precisión y que no quede un solo vacío en el proyecto.
Ernesto añadió:
—Esto no es un examen, es el futuro del bufete. Si entramos a Costa Verde, entraremos al mapa internacional.
El ingeniero Daniel Herrera se levantó primero, apuntando con un puntero láser los detalles del rompeolas.
—Hemos dispuesto bloques accropode II, cada uno de 12 toneladas, colocados en patrón intercalado para disipar energía de impacto. Simulamos marejadas de hasta 7 metros y logramos un factor de seguridad del 1.25, por encima del 1.1 que exige la norma.
Clara intervino, señalando la maqueta.
—Además, diseñamos un sistema secundario de escolleras de basalto, que funcionan como colchón visual y estr