Mundo ficciónIniciar sesiónEl ambiente seguía vibrante a su alrededor. Pero para Lucía, todo parecía detenerse en el momento en que miró a Javier. Su rostro, tan familiar. Trayendo recuerdos de días felices y también de rupturas dolorosas.
—Vine a apoyar a un amigo que presenta su colección —respondió Javier, su voz era tranquila. Pero había un trasfondo de emoción.
—¿La colección de moda? —preguntó Lucía, tratando de desviar la atención de su incomodidad. La moda siempre había sido un punto de conexión entre ellos.
—Sí. Es bastante impresionante. Aunque, siendo sincero. No puedo dejar de pensar en cómo luce mi exnovia en este momento. Muy, auténtica —dijo. Levantando una ceja.
Lucía sintió cómo la calidez de su sonrisa se congelaba momentáneamente. ¿Lo decía en serio? En parte le molestaba. Pero también apreciaba un poco el halago.
—Es lo mejor que puedo hacer con lo que tengo. ¿no? —replicó ella, con un tono desafiante.
Javier sonrió. La tensión se disipó ligeramente. —Siempre has tenido un espíritu fuerte. Eso nunca ha cambiado.
Sebastián, sintiéndose un poco fuera de lugar. Decidió intervenir. —¿Te gustaría unirte a nosotros? —sugirió. Amistosamente, pero firme.
Javier lo miró de reojo. Evaluando la situación. —Claro, ¿por qué no?
El trío se movió hacia un rincón más tranquilo de la pista. Donde la música aún sonaba. Pero no tan ensordecedora. El ambiente era más relajado, ideal para una conversación sincera.
—Así que. ¿Cómo te trata la vida después de nosotros? —preguntó Javier, su tono curioso, pero con un aire de cautela.
Lucía pensó por un momento. Había tantas cosas que contar. Tantas experiencias que habían dado forma a la persona que era ahora. Pero, en lugar de un gran discurso. Decidió ser directa.
—He aprendido a disfrutar del momento. Incluso si se trata de un vestido manchado y un tacón roto —dijo, sonriendo.
Él se rió. —Eso te caracteriza. Aunque me parece un cambio de ritmo para ti. Siempre has sido la más, organizada.
—Sí, bueno. La vida a veces te enseña a ser flexible —respondió. Sintiendo un brillo de confianza.
Sebastián observó la interacción. Sintiendo que la conversación podría ir en cualquier dirección. Pero por un instante, todos estaban simplemente ahí. Compartiendo risas y recuerdos. El pasado y el presente entrelazándose de formas inesperadas.
Pero, en el fondo. Lucía sabía que esa noche no sería solo un reencuentro. Era una nueva oportunidad para definir su propia historia. Sin los fantasmas del pasado atrapándola.
Con la música latiendo suavemente de fondo. El trío se acomodó en un sofá, un espacio acogedor que les ofrecía un refugio de risas y secretos compartidos.
—Siempre me ha sorprendido lo mucho que has crecido —dijo Sebastián, mirándolo a ambos—. Recuerdo los días en los que parecían tan perdidos en su propio mundo.
Javier asintió. Una sonrisa nostálgica se asomó en su rostro. —La vida nos ha llevado por caminos inesperados. Pero de alguna manera. Aquí estamos.
Lucía sintió una mezcla de alivio y tristeza. Era bueno recordar. Pero también era doloroso. —A veces me pregunto cómo seríamos si no nos hubiéramos separado —murmuró, casi para sí misma.
—¿Así que sigues pensando en eso? —preguntó Javier. Un brillo de provocación en sus ojos.
—Lo hago. Pero no de la forma que tú imaginas. Más bien, me pregunto qué lecciones hemos aprendido —respondió ella, decidida.
Ambos se miraron. Un silencio cómodo se estableció entre ellos. Era el tipo de conexión que. Aunque atravesada por el tiempo y la distancia. Nunca había desaparecido realmente.
—¿Te acuerdas de aquella vez que fuimos a la playa y casi perdimos las llaves del coche? —dijo Javier, su risa era contagiosa.
—¡Por supuesto! Y tú pensaste que podías nadar para encontrarlas —rió Lucía, sintiendo que la conversación se deslizaba hacia un lugar cálido y familiar.
—Quizás tenía un poco de esperanza —respondió él, levantando las cejas.
El ambiente se volvió más ligero. Como si los viejos recuerdos los envolvieran en una burbuja de tiempo. Pero dentro de Lucía, había una chispa retadora.
—Hablando de aventuras. Tengo algo que contarte —dijo de repente. Recuperando su confianza. —He estado trabajando en una exposición de arte. Es una forma de canalizar todo lo que he vivido.
Javier se inclinó hacia adelante. Claramente intrigado. —¿De verdad? Cuéntame más.
—Se llama "Renacimiento". La idea es mostrar cómo los momentos difíciles pueden transformarse en belleza. Hay mucho de mí en cada pieza —explicó Lucía, sintiendo que su corazón se aceleraba.
—Eso suena increíble. Nunca dudé de tu talento —dijo Javier, su admiración era genuina.
—Gracias. Pero no quiero ser solo la exnovia talentosa, estoy cansada de las etiquetas —confesó. Su voz firme.
Sebastián, sintiéndose como un buen mediador. Sonrió. —Todos evolucionamos. Lo importante es cómo seguimos adelante.
El ambiente a su alrededor parecía vibrar con la energía de nuevas posibilidades. La conversación se fue desenfrenando hacia planes futuros. Anhelos y visiones.
—Deberíamos hacer algo juntos en el futuro —dijo Javier, rompiendo el hielo. Con una mirada intensa hacia Lucía.
Ella sintió un torbellino en su interior. —Sí. Podría ser interesante.
Pero incluso mientras hablaban de sueños compartidos. Lucía sabía que este momento era solo una parte de una historia en desarrollo. Tenía que definir su propio camino sin el peso del pasado. Esa noche era un paso hacia algo nuevo, un renacer.
—Al final del día. Todo se trata de escribir nuestra propia historia, ¿no? —dijo ella, su mirada firme.
Javier sonrió. Una nueva complicidad florecía entre ellos.
—Sí, y creo que esta vez. La historia será diferente.
Con ese entendimiento. La música continuó sonando. Suavizando la transición entre lo que había sido y lo que estaba por venir.







