Capítulo 4: Sigue gustando de mí

Mi corazón latía con fuerza mientras intentaba comprender mi situación. Había besado a Lucian, por mi propia voluntad.

Definitivamente mi sentido de supervivencia me atacó feo.

Ahora me encontraba abrazada a mí misma sola, luego de que Lucian me dejara ahí en el cuarto después de que lo alejara violentamente. Suspiré desesperada. Esto era incómodo y quería salir de ahí cuanto antes, pero claramente eso no era posible.

―Voy a volverme loca. ―Sacudí mi cabello mientras me recostaba de lado sobre la cama. ¿Cómo diablos iba a salir de aquí? ¿Cómo diablos haría que Lucian se enamorara de Aldrec? Y si Aldrec no me rescataba, cosa que era más que segura, cómo podía escapar. ¿En serio moriría de nuevo a manos de Lucian?

―¿Qué haces? ―La grave voz de Lucian me asustó. No sentí en qué momento entró a la habitación. Apoyé mis manos sobre la cama mientras levantaba la mitad de mi cuerpo y giraba mi cabeza para verlo. Mi cabello caía sobre mi cara por lo que me sentí más avergonzada, pero era mejor eso a tener que verlo. Para mi mala suerte, Lucian se acercó a la cama ubicando su rodilla sobre el colchón, en segundos sentí sus dedos rozando mi rostro mientras hacia un lado mi cabello.

―Necesitas un peine. ―Soltó burlón. Entrecerré los ojos y me dejé caer en la cama de nuevo.

―¿Qué quieres?

―¿Comiste?

―No tengo hambre.

―Llevas dos días sin comer. ¿En serio no tienes hambre? ―Sentí cierto ardor en mi estómago, claro que sentía hambre, pero luego de lo que sucedió el hambre se me fue. Si él tan solo no me lo hubiera recordado.

―Te traje algo de sopa. Tómala. ―Me levanté de nuevo y me di la vuelta encontrando el tazón sobre la mesa de noche. Me acomodé y tomé el cuenco para luego darle un sorbo. Era sopa de pollo, estaba rica. Sorbí algunos fideos y cerré los ojos sintiendo cómo se asentaba en mi estómago la comida. Mientras lo hacía podía sentir la mirada pesada de Lucian detrás de mí.

―¿Ya comiste? ―Pregunté.

―¿Por qué? ¿Te preocupas por mí? ― Odiaba que fuera tan sarcástico. No le di importancia y seguí comiendo en silencio. Al terminar la sopa, me levanté para poder estirar un poco mis piernas y caminé hasta la ventana. Desde donde estaba podía ver la ciudad. La vista era espléndida, sin embargo, me aterraba saber que no podía escapar de aquí, de ninguna forma.

―¿Te gusta la vista’? ―Lucian estaba parado detrás de mí. Me giré a verlo y mis ojos cayeran de inmediato en sus ojos azules, era terrible lo atractivo que era y esa mirada, se veía tan tranquila, una que jamás creí ver.

―Es lindo, lástima que ni siquiera puedo tomar algo de aire fresco. ―Me quejé, a lo mejor si lograba que me abrieran la puerta podía pedir ayuda algo. A quién engaño, quién me escucharía desde el décimo quinto piso.

―Si, es una lástima. ―Maldito. Suspiré y me abracé a mi misma. El día estaba nublado, seguro llovería más tarde.

―¿Podrías al menos darme algo con que entretenerme? Es aburrido estar aquí sola.

―¿Crees que tienes derecho a pedir algo? ¿Eres una rehén?

―Pues entonces matame ya antes de que me muera de aburrimiento. ―Solté mirándolo. Él se quedó en silencio un momento y luego, sin verlo venir, tomó mis muñecas y me pegó al vidrio de la ventana. Lo miré aterrada al tenerlo tan cerca. Sus ojos analizaron cada centímetro de mi rostro mientras yo tragaba nerviosa. ¿Qué decía hacer? Me sentía paralizada. Mis ojos se enfocaron en los suyos. Vi cierta diversión en ellos.

―¿Qué? ¿Vas a matarme ahora?

―¿No es eso lo que querías?

―Hazlo entonces. ―Acerqué mi rostro al suyo y entonces vio mis labios. De pronto, mi corazón comenzó a latir con fuerza, demasiada. Un olor agradable parecido al de pino se asomó en mi nariz.

―¿No dijiste que te gustaba?

―¿Por qué lo preguntas ahora? ―Intentaba ganar tiempo sabiendo que al parecer mi final estaba escrito. Lucian miró directo a mis ojos y luego mis labios. Mi corazón latía con fuerza.

―¿Es eso cierto? ―Parpadeé un par de veces pensando en que responder. Sus ojos azules, que me tenían atrapada hasta en mis pesadillas, me parecían hermosos. No por nada, fue en algún momento mi personaje favorito.

―Sí, me gustabas. ―Sentí que se tensó, de pronto una mirada de decepción cayó en sus ojos.

―¿Te gustaba?

―¡Señor! ― Al girar mi cabeza me encontré con Demián quien parecía sorprendido.

―Bueno, no preguntaré que estabas haciendo, a cuestión es que tu hermano viene para acá. ―Una mirada sombría se apoderó de su rostro. Se alejó de mí y luego tomó mi mano.

―Sígueme la corriente. ―Dijo arrastrándome a la cama. Ahí me empujó y luego se quitó la camisa que llevaba.

―¿Qué-qué haces? ―Mis mejillas se tiñeron de rojo al ver su torso desnudo, blanco y cincelado.

―Quitate la camisa. ― Me negué. Solo llevaba mi ropa interior debajo.

―Lucian.

―Ya voy. ―Sonaba calmado, pero su cara no. ―Colabora si no quieres morir hoy. ―Su tono me puso los vellos de punta. Sabía que debía hacerlo. Así que en contra de mi voluntad me quité la camisa. En el momento que me deshice de ella la manta de la cama cayó sobre mí cubriéndome por completo.

―Acuéstate. ―Con eso dicho, se dejó caer junto con mi en la cama. Entonces la puerta se abrió con fuerza.

―Querido hermanito donde estás. ―Una voz burlona me puso de los nerviosa. Sabía que Lucian tenía un hermano, sin embargo, este moría casi al principio y solo se mencionaba. Jamás se describía. Pero sabía que había sido malo con Lucian desde la infancia, por eso me alegró saber que Aldrec lo asesinó. Ahora que lo pienso esa fue una de las muchas razones por las que Lucian adoraba a Alrec.

―¿Qué quieres? ― La voz de Lucian sonaba un poco débil.

―¿Estás en la cama? ―La voz de su hermano sonaba más cerca. ―Ouh, así que te divertiste por la noche. ― Ahora entendía todo. Por eso me había pedido quitarme la camisa. Bien, debía saber actuar como la amante de una noche. Así que me removí y la chamarra bajó dejando a la vista mi espalda desnuda y mi brazo sobre su duro torso.

Sentí mi cabeza caliente.

―No deberías divertirte con una cualquiera Lucian.

―Eso a ti no te importa. ―Sentí su cuerpo tenso. Era obvia la incomodidad entre ambos. ―Será mejor que te largues, es obvio que estoy ocupado. ―Una risa burlona por parte de su hermano. ―Largate Cory.

―Ya, disfruta a tu zorra barata. ―Escuché los pasos alejarse. Alcé levemente la cabeza y vislumbré una cabellera negra y un cuerpo alto y delgado. Salió tras la puerta y en segundos, Demian entró con una sonrisa en su rostro.

―Se lo creyó.

―Perfecto, al menos me dejará en paz.

―¿No sabe que me tienes de rehén? ―Lo miré por encima de su torso.

―Ummm… es complicado. Si sabe que estás aquí querrá matarte por su cuenta y presumir ante mi padre. ―Hice una mueca. No solo debía temerle a un Thorne, debía hacerlo con dos.

―Por cierto, ¿cuánto tiempo te quedarás así? ―En ese momento me di cuenta de que mis brazos estaban sobre su vientre y mi cabeza apoyada en ellas. Me levanté de ahí con velocidad y entonces Demián se me quedó mirando con extrañeza. Lucian soltó un gruñido aterrador, y Demian miró hacia el techo. Al girarme a ver al heredero Thorne él suspiró y me lanzó su playera.

―No deberías sentirte cómoda al andar en ropa interior. ―Miré hacia abajo notando que seguí en sostén y bragas. Con velocidad tomé la playera y me la puse. Esto era muy vergonzoso.

Lucian salió de la cama y caminó hacia Demian.

―¿Por qué vino a verme?

―Escuche que tu padre mandó a llamarte.

―Claro y nadie me dijo. ―Se pasó la mano por el cabello. ―Será mejor que nos vayamos. ―Los dos comenzaron a caminar hacia afuera, pero Lucian se detuvo y luego se regresó hasta donde estaba. El hombre me dio un beso en la mejilla dejándome perpleja.

―Deberías seguir gustando de mí. Creo que es lo mejor. ―Y sin más me dejó ahí sola.

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