Capítulo 5: Herida

Mientras observaba la luna llena de mi habitación parpadeé varias veces. De seguro Lucian y Aldrec ya se habían convertido en lobos. Era increíble que en esta realidad, habían hombres lobos rondando por las calles de la ciudad. Lo más sorprendente era que en mi primera vez en este mundo no tuve la oportunidad de ver uno ya que morí en menos de un mes.

Además, estaba segura que Aldrec ya sabía dónde estaba, después de todo, el olfato de un lobo era mil veces mejor que el de un lobo. Y considerando la situación, Aldrec no vendría a mi rescate. Estaba acabada.

―Esto es una pesadilla. ―Me quejé. Al regresar la vista a la cama, noté una sombra negra que se movió hacia la puerta. Corrí a encender la luz y tal como esperaba, no había nada ni nadie ahí.

―Este encierro me está volviendo loca. ―Fue lo que pensé en ese momento. Al acercarme a la puerta de salida, noté que estaba encerrada. Me tiré al suelo para observar debajo de la puerta si había alguien, por lo visto no lo había. Corrí a la mesa de noche en busca de algo que usar como ganzúas para salir de ahí. Al hacerlo, me hice cargo de la puerta en cuestión de segundos. Agradecía los videos de internet para lograr esta hazaña.

Cuando sentí el clic de la puerta, bajé la manija con suavidad y la abrí. No había nadie en el pasillo. Sabía que la mayoría de la manada no estaría debido a la luna llena, sin embargo, no creía que el edificio estuviera completamente vacío.  Debían de haber humanos trabajando para los Throne, pero obviamente no eran muchos gracias a que los lobos no confían en cualquier ser humano que guardé sus secreto, los que lo hacen, son aquellos devotos.

Caminé bien pegada a la pared observando si había alguna cámara en el lugar. Por suerte, por el pasillo en el que iba no había alguna. Sin embargo, había más habitaciones en ese pasillo. Una vez me tocó doblar en una esquina. Con cuidado saqué un poco la cabeza para echar un vistazo, para mi mala suerte había una persona parada frente al ascensor. Esa era una gran desventaja.

A lo mejor, podía crear una distracción desde alguno de los otros cuartos. El sonido del ascensor llegando me puso en alerta. Un hombre salió de ahí y tuve que correr de vuelta a mi cuarto en mi intento fallido de escapar.

(…)

A la mañana siguiente, desperté tarde. Era increíble lo cómoda que me sentía sabiendo que estaba en peligro. Tenía el sueño demasiado pesado, eso era evidente.

Al levantarme de la cama me dirigí a la puerta para ver si estaba sin llave y así era. Al abrirla me encontré con Lucian quien me veía con una ceja alzada.

―¿Planeabas escapar pequeña McHill? ―Sonreí levemente y me hice a un lado. Lucian entró arrastrando los pies sosteniendo su abdomen. Por encima de su camisa blanca pude notar una mancha carmesí parecida a la sangre. Un mal presentimiento se apoderó de mí.

Lucian tomó asiento en el sofá frente a la cama mientras yo lo veía con los ojos bien abiertos.

―¿Qué te pasó?

―Si te lo digo ¿qué harás? ―No sonaba sarcástico, sin embargo, su pregunta me hizo sentir idiota. ¿Qué podía hacer?

―Necesitas que te curen la herida.

―¿Quieres hacerlo? ―Su tono lleno de picardía hizo que suspirara.

―Lucian…

―Hay un botiquín en el mueble de abajo del baño. ―Asentí y corrí en busca del botiquín. Al tenerla en las manos regresé a tomar asiento a su lado, él ya se encontraba sin camisa y por lo que veía la herida era grande.

―Necesitarás puntos.

―Ya, solo ayúdame a colocar la venda, luego iré por los puntos. ―Suspiré de nuevo. No lograría convencerlo, evidentemente.

Conseguí un medicamento para desinfectar la herida y luego comencé a vendarlo. Tuve que rodearlo con mis brazos varias veces hasta que la venda se acabó. Lo prensé con un par de mariposas y luego me alejé. Se puso de pie y luego caminó hacia la cama para recostarse.

―¿Qué haces?

―Voy a descansar.

―Necesitas ver a un doctor.

―Luego lo haré. Lo prometo. Ahora ven acá.

―¿Para qué?

―Descansa conmigo.

―No gracias. ―Rio cerrando los ojos.

―Bien, haz lo que quieras, pero déjame recordarte que, si intentas escaparte de nuevo, hay dos guardias en el pasillo. ―Lo ignoré mientras me acomodaba en el sofá.

Un par de horas más tarde o eso creo ya que me quedé dormida, sentí un aliento cálido en mi nuca. Al inicio me dio cosquillas y luego me sentí extraña recordando que me había quedado dormida en el sofá. Al abrir los ojos estaba la puerta frente a mí y sobre mi cintura un brazo. Al moverme sentí un pecho firme en mi espalda.

Debido a la sorpresa, me caí del sofá, dándome cuenta que Lucian estaba en el sofá medio dormido. Sin embargo, gracias a mi caída se despertó.

―¿Estás bien?

―¿Por qué dormías conmigo?

―Ouh, lo siento. Me dio frío. ―Lo miré con los ojos entrecerrados.

―¡Estás pasándote de la raya! Ese es mi espacio personal.

―Lo siento, pero solo me quedé dormido cuando te abracé. ―Me sonrojé de sobremanera.

―Eres demasiado egoísta.

―¿Por eso ya no te gusto? ―Fruncí mi entrecejo.

―¿Qué?

―Sí, ayer dijiste que ya no te gustaba. ―Claro, eso dije. ―¿Fue por pasarme de la raya? ―Debía sobrevivir. Debía sobrevivir.

―Aun me gustas. ―Lucian abrió los ojos de par en par.

―¿Lo dices en serio?

―Te lo dije, eres muy apuesto. ―Me levanté del suelo y luego me senté en el sofá mientras él se acomodaba. ―¿Por qué lo preguntas? ―Se encogió de hombros.

―Alguien me dijo que solo adorabas a una persona. ―Fruncí mi entrecejo. ¿Qué yo adoraba a una persona? ¿Acaso se había enterado de la obsesión de Esther por Aldrec? Eso era un secreto a luces, claramente.

―¿En serio?

―¿Qué opinas de Aldrec? ―Sí, se refería a él.

―Es mi primo.

―Pero no de sangre.

―Bueno no. ―Admití ―¿Por qué preguntas?

―¿Esperas aún que te rescate?

―No. ―Fui honesta. Esther jamás fue del agrado de su primo, es más, recordaba muy bien que en el libro no sintió absolutamente nada cuando Lucian la mató.

―Dices la verdad. ―Murmuró.

―Obviamente, a él no le agrado en lo absoluto.

―A mi no me parece así. ―Murmuró, pero no llegué a comprenderle de todo.

―Como sea, deberías dejarme ir. Mi primo no me buscará y yo honestamente, no quiero volver con él.

―Entonces quedate conmigo. ―Estaba loco. ¿Cómo que quedarme con él? Esa no era una opción. Quiero decir, Lucian era uno de mis personajes favoritos del libros, pero siendo honesta, tenerlo frente a frente era aparte.

―Quiero irme. Quiero ser libre.

―¿Cuál es tu concepto de libertad? ―Me quedé en blanco. ¿Cuál era mi concepto de libertad? Bueno, no lo había pensado del todo.

―¡Lucian! ―Demián entró a la habitación. El nombrado no parecía muy contento con la interrupción, pero para mí, era totalmente lo contrario. Le estaba agradecida.

―¿Qué sucede?

―Tu padre te busca.

―¿Ahora? ―Asintió. Lucian me dio un vistazo y luego se levantó del sofá. Tomó una camiseta limpia de su armario y luego me miró.

―Regreso al rato pequeña McHill. ―Con eso dicho se fue de ahí. Me quedé pensativa. Era extraño lo que había sucedido. Lucian actuaba de forma rara, de un modo en que actuaba únicamente con Aldrec. Como sea era mejor buscar en qué ocuparme.

Me levanté del sofá para ejercitarme un poco en el espacio o de lo contrario fallaría en mi escape, si es que lo lograba. Corrí alrededor de la habitación unos cuantos minutos cuando escuché ruido por fuera de la puerta. Me detuve.

―No puede pasar señor.

―Hazte a un lado si no quieres terminar como ellos. ―Fruncí mi entrecejo. Recordaba esa voz. Claro que sí, era la del hermano de Lucian.

―No señor, fueron ordenes de mi jefe.

―¿Me estás retando? Bien, lástima por ti. ―Silencio y luego algo que cayó al suelo. Fruncí mi entrecejo preocupada. Mi corazón comenzó a latir con fuerza cuando una mancha carmesí comenzó a arrastrarse por debajo de la puerta. Era obvio que se trataba de sangre.

La puerta se abrió y un hombre, no mayor que Lucian, atractivo, de cabello negro y ojos verdosos me observaron con malicia.

―Así quela prima de McHill está aquí. ―Me quedé en blanco. Sabía quién era. Iba a morir en sus manos. Esto era una pesadilla.

Cory me tomó de la muñeca y me atrajo a su pecho. Intenté resistirme, pero me sostuvo con más fuerza.

―¿Qué piensas hacer linda? No hay nadie que pueda ayudarte. ―Miré a los dos hombres que lo acompañaban. Ambos llevaban un arma en las manos. Tenía solo dos opciones, intentar huir y morir, o morir a manos de este idiota. Así que hice lo que parecía mejor opción para mí. Le di una patada en la ingle y me soltó de inmediato. Salí corriendo mientras exclamaba que me detuvieran. Dos balas pasaron justo detrás de mí y al salir a una parte del pasillo, me encontré con varios cadáveres. Esto era una masacre. Continué corriendo hasta llegar al ascensor mientras aquellos hombres me perseguían. La puerta se cerró justo a tiempo y en segundos estaba en el lobby. Sin embargo, mis ojos no creían lo que veían. El lugar era un caos.

Parecía que hubieran explotado una bomba en el lugar, varias partes estaba colgando, las paredes estaban negras y había gente gritando de dolor. Esta era una pesadilla. Sin embargo, a pesar de todo, era mi escapatoria.

Caminé entre los escombros y al fondo podía ver un salón que estaba ardiendo en fuego, había gente saliendo de ahí.

―¿Esther? ―Demian me miraba con el rostro lleno de terror. ―¿Qué haces aquí?

―¿Qué paso aquí? ¿Dónde está Lucian?

―No estoy seguro. La bomba nos hizo separarnos. Lo he estado buscando. ―Miré a los cuerpos fallecidos y otros heridos. ¿Qué pasaría con Lucian? ¿Y si había muerto? No, no podía ser posible. Así que sin pensarlo, corrí, corrí buscando alguna pista y entonces miré aquella habitación que se estaba incendiando, sabía que era un peligro, pero no tenía opción. Escuché a Demian gritar mi nombre, pero no volví a verlo, ya que entré a la habitación en llamas.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo