Volver a la universidad después de todo lo ocurrido se sintió como despertar en una vida que no terminaba de reconocer.
Las aulas seguían igual, el murmullo de los estudiantes, el sonido de los pasos en los pasillos, los anuncios pegados en los muros… todo era familiar y, al mismo tiempo, diferente. Tal vez porque yo era diferente.
Habían pasado solo dos semanas desde que desperté, pero sentía que dentro de mí había vivido una vida entera. Aun así, estaba decidida a recuperar lo que la bruja me había arrebatado: mi normalidad.
El alta médica llegó un lunes, y con ella la sensación de libertad. Lucian me acompañó a casa, y más tarde, reunimos a la manada para hablar del siguiente paso.
El plan era simple, aunque agotador: actuar con normalidad hasta que la bruja apareciera. No podíamos ir a buscarla directamente; era como cazar una sombra. Lo mejor era esperar a que ella diera el primer movimiento.
Era frustrante. Esperar siempre lo era. Pero todos estuvimos de acuerdo.
Kael resumió la