Capítulo 3: Secuestrada

Estaba en problemas. Lucian sonreía como todo un desquiciado, tenía la misma sonrisa que me había mostrado cuando me asesinó. Sin embargo, era obvio que él no recordaba nada de eso. Mi cuerpo temblaba inconscientemente. Esto no tenía que haber pasado. ¿Cómo no me di cuenta que el loco me seguía? Pero ¿por qupe?

Se suponía que el entraría de incógnito por este lado para luego ser capturado por mí. No era al revés. ¿De que iba todo esto? Destino, solo te pido sobrevivir. ¿Por qué me haces esto?

―¿Cómo me encontraste?

―Es fácil sentir tu dulce aroma pequeña McHill. ―Di un paso atrás topándome con la puerta. Mi mano cayó sobre el picaporte. Tenía que huir, debía abrir esa puerta y que mi primo viera a Lucian y así podrían enamorarse. Esa era mi única opción.

―¿Mi aroma? ¿De qué hablas? ―Sonrió levemente mientras pasaba su mano sobre mi rostro, pronto tomó mis mejillas con algo de fuerza.

―Eso no importa. Te he estado siguiendo pequeña McHill. ¿Cómo te atreviste a interrumpir mis planes? ¿Quién te habló sobre la bomba?

Así que era eso. Tragué nervios tomando fuerza, debía ser valiente, vamos Esther, tu puedes.

―Ah eso. Eres muy predecible. Vi a uno de tus hombres cerca del auto de la familia. Te recomiendo que contrates a gente más inteligente. ―Mentí tratando de sonar segura. Lucian aflojó su agarre y luego soltó un bufido burlándose de mí.

―Vaya, nunca creí que la pequeña McHill fuera tan observadora.

―Pues así soy. Lamento que te moleste. ―Lo miré altiva. No debía mostrar miedo.

―¿Y que pasaría si me deshago de ti ahora McHill? ―Lo vi sacar un arma. Esto no podía estar pasando. ¿Así moriría? De nuevo a manos de Lucian.

―Moriré de seguro. ―Respondí finalmente. ―¿Matarías a una pobre humana por venganza aun cuando no le importo a mi familia? ―Lucian abrió los ojos de par en par haciendo a un lado su expresión de psicópata. Su sonrisa burlona se esfumó.

―Tú…

―¡Esther! ―La puerta se abrió de repente y casi me caigo para atrás. Sin embargo, Lucian me tomó de la mano y en un movimiento ya estaba mi espalda pegada a su pecho y su arma sobre mi coronilla. Frente a mí estaba Aldrec mirándonos espantado.

―¡Tú!

―Alejate o le disparo a tu querida prima. ―Genial, Lucian estaba intentando amenazar a mi primo, el que no me quería. Suspiré. Era obvio que moriría aquí.

―¡Suéltala!

―¿Crees que te haré caso? ―Preguntó con diversión. No podía ver su rostro, pero de seguro cargaba su sonrisa burlona de nuevo. Aldrec me miró. ―Alejate o ella muere.

―Mátala entonces. ―Diablos. ¿Cómo podía decir eso tan de pronto?

―¿Qué?

―Me escuchaste, matala. ―Sostuve el brazo de Lucian con fuerza. Le di una mirada de odio a Aldrec antes de aceptar mi destino. Sin embargo, para mi sorpresa. Lucian comenzó a arrastrarme para atrás hasta la ventana.

―Ya, bueno, en vista de que tu prima no te importa. Me la llevaré, de seguro como esclava sexual servirá mejor. ―El sonido de un helicóptero por encima de nosotros me dejó pasmada.

―¿Qué yo qué? ―Con horror solo solté un grito, cuando el loco de Lucian tomó una soga que colgaba afuera del balcón de donde, seguro, había entrado. La sujetó con fuerza al igual que mi cintura y el helicóptero nos arrastro lejos de ahí mientras yo gritaba internamente al ver como el suelo se alejaba cada vez más.

Lo último que vi antes de desmayarme, fue a Aldrec gritando mi nombre desde el balcón.

(…)

―¿Seguro que no la golpeaste? ―Una voz se escuchaba a lo lejos.

―Qué no idiota. Ella se desmayó de la nada.

―Tal vez tiene miedo a las alturas. ―Silencio. Fruncí el entrecejo sin comprender qué diablos sucedía. Comencé a abrir mis ojos con dificultad y me encontré con un techo blanco. Al ver a mi lado, vi a Lucian junto a un chico de cabello rubio. Lucian se encontraba cruzado de brazos mientras me observaba.

―¿Dónde estoy?

―En mi casa. ―Claro, que respuesta más clara.

―¿Cómo te sientes? ―El chico rubio se acercó a mí. Lo miré con cierta desconfianza, pero al ver sus ojos azules con rostro angelical. Lo supe de inmediato, era el amigo de Lucian, Demian Evans.

―¿Qué sucedió?

―Te secuestré. ―Miré a Lucian con enfado. Era tan irritante.

Recuerda Esther, no debes irritar a tu enemigo si quieres sobrevivir.

―¿Por qué? ―Se encogió de hombros.

―Diversión. ―Claro, porque era muy normal secuestrar a la gente. Qué respuesta más acertada.

―¿Te volviste loco? ― Lo vi tensar su cuerpo. Se acercó a mi cama hasta que su rostro quedó a unos centímetros del mío.

―¿Qué dijiste? ―Observe sus hermosas y perfectas facciones. Me quedé muda al ver su cabello gris con las raíces negras. Cualquiera pensaría que era teñido, pero ese era el color de su pelo debido a su naturaleza animal, sus ojos azules parecían dos ventanas al mar, profundas y algo tristes. Su mandíbula estaba tensa, pero evidentemente estaba muy bien perfilada, destacando sus pómulos. Era un chico atractivo.

―Qué guapo. ―El comentario se me salió de las manos. Lucian abrió los ojos asombrado mientras sus mejillas se ponían rojas. Claro, los piropos eran su debilidad. Sonreí en mi interior.

―Digo que eres muy guapo.

―¿Estás loca?

―De seguro igual que tú. ―Inclinó la cabeza levemente para luego sonreír divertido.

―Eres muy atrevida.

―Lo sé, por eso soy una McHill― Vamos Esther, debes sobrevivir.

―Demian.

―¿Sí?

―Ve por algo de comida para la señorita.

―Claro. ―Rogué porque no me dejara sola con este loco. Sin embargo, mis plegarias mentales no fueron lo suficiente. Cuando la puerta se cerró detrás de él. Lucian procedió a sacar un cigarrillo. Apreté mi colcha con fuerza pensando en una forma de salir de ahí. Era una habitación grande y gracias a la enorme vista de la ventana estaba segura que estaba al menos en un piso arriba del diez de un edificio.

―Ni siquiera planees escaparte. Estas a quince pisos de altura y cada uno de ellos está protegido por gente de seguridad que de inmediato te capturara. ―Tragué nerviosa. Sabía de qué me hablaba. Cuando Aldrec intentó entrar tuvo que asesinar a mucha gente. Solo de pensarlo me causaba escalofríos.

―¿Por qué me haces esto? ¿Qué la pelea no es con mi primo?

―Eres parte de los McHill.

―No de sangre.

―Eso no importa.

―Ni siquiera le importo a mi primo.

―Eso no es verdad. ―Se dio la vuelta inhalando de su cigarrillo. ―Pude ver el miedo en sus ojos. Fue tan divertido. ―Soltó una carcajada. Lo miré con los ojos entrecerrados. Evidentemente tenía mala percepción de las cosas, pero no discutiría eso con él.

―¿Qué harás conmigo?

―Matarte, claro.

―¿Por qué no lo haces ya?

―Antes quiero sacar algo de provecho de tu primo. ―Volvió a reírse. Este tipo estaba loco en verdad. Pero como dije antes, debo sobrevivir.

―¿Por qué un chico tan atractivo me mataría? Eso no me gusta. Eres muy de mi tipo para sentir miedo. Aun así, no me importa estar encerrada contigo. ―Sonreí pestañeando con coquetería. Lucian me miró como si estuviera en pausa y entonces, sin verlo venir, a una velocidad sobrehumana, el estaba encima de mí sosteniendo mis muñecas.

―¿Acabas de escuchar lo que dijiste? ―Mi corazón latía a mil. ¿Acaso me haría daño? ―¿Cómo supiste quién era? ¿Cómo supiste mi nombre si jamás nos habíamos visto? ―Este era mi momento para salvar mi pellejo un día más. Así que tomé toda la valentía que me quedaba y acerqué mis labios a su oreja.

―Te vi mirándome en el hotel. Me gustaste desde el primer momento. ¿Crees que una chica rica no tiene lo suficiente para averiguar tu nombre? ―Noté cómo los vellos de su nuca se erizaban. Al dejar caer mi cabeza sobre el colchón vi sus mejillas sonrojadas. ―Eres demasiado guapo Lucian, me gustas.

―¿Estás segura de lo que dices? ―Preguntó en un tono grave. Para mi sorpresa, sonó demasiado sensual para mi persona.

―Estoy segura. ―Respondí sin temor.

―Espero no te arrepientas de lo que dices. ―Debía seguir con mi papel. Así que antes de decir algo más pegué mis labios a los suyos y lo besé.

Sus suaves labios rozaron los míos con un toque delicado. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, no sabía si era por miedo, excitación o nerviosismo. Lo que estaba haciendo era una locura.

En mi vida pensé que besaría a un atractivo chico solo por querer salvar mi vida, sin embargo, ese beso, se sintió extraño. Mi pecho se llenó de una sensación que jamás había experimentado. Pronto mis brazos estaban alrededor de su cuello y los de él debajo de mi nuca.  Hubo una chispa eléctrica que recorrió todo mi cuerpo. Su boca se abrió ligeramente, permitiendo una exploración más profunda mientras nuestras lenguas se entrelazan en un baile apasionado.

Mi aliento se volvió entrecortado y por un momento todo a mi alrededor se desvaneció, incluyendo mis preocupaciones. Sus manos recorrieron mi espalda y en ese momento me di cuenta que la tela que llevaba era delgada. Con suavidad apoyó sus manos detrás de ella y me levantó hasta que ubicó mi trasero sobre su regazo. Sus manos llegaron a mis piernas, las cuales se sentían desnudas.

En ese momento abrí mis ojos notando que solo llevaba una camisa de hombre grande. Pegué un grito ahogado y me alejé de Lucian quien entreabrió sus ojos mirándome con confusión y con los labios levemente parados e inflamados por el beso.

¿Qué había sido eso? ¿Cómo me había dejado llevar de esa manera? ¿Y por qué estaba semidesnuda en la cama de Lucian?

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