97. Juntos hasta el final
El calor australiano parecía dispuesto a calcinarnos, pero Edward saltaba al frente de la casa con su pelota bajo el brazo como si nada lo afectara. Ya era el segundo día desde que Brian se mudó con nosotros, por lo que decidimos disfrutar de las vacaciones de Edward. Teníamos planificado pasar Año Nuevo y todo lo que pudiéramos durante este mes y medio. Ese día habíamos decidido ir al parque de diversiones. Cerré la puerta con la mochila colgando de mi hombro, mientras Brian venía detrás con las llaves del auto.
—¿Llevaste la gorra? —me preguntó en un tono preocupado, mirándome de reojo.
Mientras pescábamos, se dio cuenta de lo peligroso que era el sol australiano y cómo era una obligación usar protector solar.
—Sí —levanté la vista—. Edward tiene la suya en la mochila y traje una para ti también.
—Papi, ¿comeremos helado?
—Sí, pequeño, vamos a comer helado después —le guiñé un ojo abriendo el coche.
Pero todo ocurrió muy rápido… primero un murmullo como un cántico demoníaco y tras e