75. Listo para caer
El aire pareció congelarse, donde no había nadie más que él y yo en esa sala.
Por un instante pensé que aquello no podía ser real… que no podía estar sucediendo otra vez. Había luchado tanto, tantas veces, por mantenerlo lejos de mi vida, por cerrarle todas las puertas, por arrancar cualquier rastro de él de mi piel y de mi mente… y ahora, ahí estaba. Tan cerca. Tan desafiante. Tan dueño de un reclamo silencioso que no le había dado derecho a tener.
Los sonidos pasaron a un segundo plano, y él y yo parecíamos destinados a atraernos aunque no lo deseáramos. Era como si nuestros cuerpos tuvieran una fuerza gravitatoria irreconocible, él se acercó a mí.
Su mirada intensa me recorrió con un detenimiento tortuoso. Sentía que mi piel ardía mientras me examinaba. De mis ojos pasó a mi cuello, bajando por las curvas de mi cintura hasta mis piernas, para luego subir a mis labios. Allí sentía un picor que gritaba ser besada por él.
No tenía que hablar ni decir nada para que mi cuerpo temblara y