55. Se lo diría
Cuando el pasado vuelve por ti, ¿huyes o lo enfrentas?
Aquel hombre. Arrodillado. Con una sonrisa de un millón de dólares. Un destello arrogante brillaba en su mirada, como si el mundo entero fuera suyo y yo una pieza más de su colección. Intentó tomarme la mano, como si pudiera simplemente tocarme sin consecuencias. Pero no contó con Brian.
Un manotazo seco lo apartó. Su gesto fue automático. Protector. Dominante.
Brian ni siquiera disimuló su desagrado. Una de sus cejas se alzó con elegancia, pero sus ojos… sus ojos decían otra cosa. Frialdad. Irritación. Celos. Un tic tembló en el borde de su párpado derecho, como si contenerse le costara un esfuerzo físico.
—Oliver, ¿no? —dijo, con una sonrisa torcida, peligrosamente tranquila—. Sería una lástima que tocaras a mi novia… y que, de repente, terminaras cortándote la mano sin querer.
Oliver se levantó con teatralidad, sacudiéndose el pantalón como si se limpiara el roce de la humillación. Su mirada seguía clavada en mí. Tan directo. Ta