20. Calcomanías
Tragué la enorme piedra imaginaria que sentía atascada en la garganta. Mi madre nos observaba, ligeramente confundida.
—¿Está todo bien?
—Por supuesto, señora Rosa —dijo Brian con una amabilidad impecable.
—Caleb, querido, ¿quieres quedarte a comer?
—No, gracias, tía —respondió él, dándole otro sorbo a su soda—. Laurent ya me alimentó, y debo irme a cubrir una cirugía.
Se levantó, se dirigió a Brian y le ofreció la mano con una sonrisa tan enorme que ya me preocupaba.
—Disculpa que no me presentara antes. Soy Caleb Halloway, e imagino que, de ahora en adelante, puedes llamarme tu cuñado.
Brian lo miró de arriba abajo, y Caleb le sostuvo la mirada con cortesía.
—Soy el vecino de Laurent. Tranquilo, solo somos muy buenos amigos.
Brian no parecía dispuesto a saludarlo, pero al notar que mi madre lo observaba con curiosidad, acabó estrechándole la mano.
—Brian Spencer.
Tras ese saludo tenso y algo incómodo, Caleb se despidió. Mi madre mandó a mi hermano a hacer tarea, y nos dejó a Brian y