12. ¿Esto es lo mejor que puede hacer?
Esa mañana me levanté a mi horario habitual, aunque con unas ojeras horrorosas porque el maldito de mi jefe decidió colarse en mis sueños. Y no, no fue una aparición celestial ni romántica… ¡me besaba! ¡Él! ¡El demonio de traje costoso! Así que, como imaginarán, tenía un plan. Uno muy hermoso, floral y lleno de malas intenciones.
Empecé a llamar a todas las florerías de la zona para organizar una entrega digna de una boda real. Sabía que mi jefe estaría encerrado en una reunión hasta las once… el momento perfecto para ejecutar mi venganza silenciosa. Llegué puntual al edificio, entrando justo al lado de Leonard. Aunque siempre vivía de broma en broma, era ridículamente responsable. Apenas me vio, se acercó enseguida. Perfecto. No solo tenía que soportar al hermano amargado, ¡ahora también era el juguete de los demás!
—¿Qué te pasó? ¿Te peleaste con un panda? —me soltó, con esa sonrisa de niño travieso.
Lo fulminé con la mirada. Suficiente para provocarle un escalofrío mental.
—Hey, so