13. No puede ser
La tensión en el elevador aumentaba. Un solo movimiento mal calculado y acabaría cayendo en sus brazos. Lo empujaba con fuerza, desesperada por mantenerlo lejos de mí. Su sonrisa era encantadoramente peligrosa.
Intentaba mantener la calma, pero mi cuerpo gritaba lo contrario. Presionaba el botón del ascensor con una ansiedad rabiosa.
—No… no puede ser… Dios, no me hagas esto ahora —susurré, aporreando el botón como si pudiera abrirlo a golpes.
Nunca le había contado a nadie lo mucho que me aterraban los ascensores. La sola idea de quedarme encerrada y que el aparato se desplomara me paralizaba. Por eso, siempre que ese ascensor “fallaba”, prefería subir los diez pisos a pie hasta asegurarme de que funcionara bien.
—Vamos, pedazo de chatarra, ábrete —solté mientras apretaba el botón de emergencia como si mi vida dependiera de ello.
La alarma comenzó a sonar. Frustrada, pateé la puerta con fuerza. Quería abrirla a patadas, como si eso fuera remotamente lógico.
Brian solo me observaba, i