108. ¿Qué quieres?
El suave murmullo de los filtros del acuario que había instalado para intentar calmarme era lo único constante aquella noche. El mundo estaba en un tremendo caos que no parecía tener sentido. En ese momento, la mesa del despacho estaba cubierta de tantos papeles que parecía tapizada: reportes, noticias, hasta certificados de defunción de distintas personas —la mayoría altos cargos en los últimos treinta años—, lo que me dejaba en claro que la situación era seria. Brian había decidido explicarme lo que estaba ocurriendo hacía dos días, y todo aquello me daba la sensación de que algo apretaba con fuerza mi corazón.
Era esa presión enfermiza que no te deja respirar, solo morir en silencio.
Brian, a pesar de que se notaba consumido por la angustia, mantenía esa sonrisa característica que lo definía. La conocía demasiado bien: la misma que mostraba aunque el negocio estuviera a punto de desplomarse, porque él seguiría fingiendo firmeza… pero yo sabía que no era real. ¿Qué lo delataba? Su t